Mientras toma muy de a poco su café en un bar del barrio de San Telmo, la bailarina y coreógrafa Ana María Stekelman se ilumina con la evocación de etapas y momentos significativos de su vida, importantes por los más diversos motivos.
Así pasan el descubrimiento del tango, o lo que es lo mismo, de Juan Carlos Copes bailando en Nueva York; la gran tarea de ponerse al frente en 1977 del Grupo de Danza Contemporánea del San Martín (luego Ballet Contemporáneo) y simultáneamente la creación del Taller de Danza del mismo teatro, que es hasta hoy una extraordinaria escuela de formación de bailarines; y también los muchos montajes coreográficos para Julio Bocca y la fundación de su compañía Tangokinesis.
También la conmueve el curso de coreografía para bailarines de tango que dictó hace pocas semanas en el Centro Borges: “Se presentaron cuarenta parejas de bailarines y me quedé con catorce. Gente toda muy entregada, concentrada e imaginativa. Era la primera vez que yo daba este tipo de clases. Aprendí muchísimo y ellos también”.
Treinta años no es nada
Pero la entrevista no consiste sólo en echar una mirada atrás, lejana o cercana; próximamente esta bailarina, coreógrafa y directora llevará a escena una celebración por los 30 años de vida de Tangokinesis, que nació como un proyecto muy original de fusión entre la danza contemporánea y el tango.
-¿Cómo ocurrió tu primer encuentro con el baile de tango?
-Cuando tenía alrededor de 18 años viajé a Nueva York para estudiar en la escuela de Martha Graham; mi hermana médica, que todavía vive allí, se entera de que Copes, con María Nieves, orquesta y un cantante, está actuando en un lugar de Manhattan. Y fuimos muy contentas porque el cantante era un favorito de ella. Para mí fue un deslumbramiento; nunca me había encontrado con el tango bailado.
-¿Dónde lo viste?
-En un local enorme, con salón de baile y una historia increíble (N d R: se refiere al Roseland Ballroom; allí tocaron las grandes bandas de jazz, celebró su cumpleaños Hillary Clinton, se filmó una escena de Malcom X y cantó Lady Gaga antes de que cerrara definitivamente en 2014). La gente bailaba en la pista danzas de salón -no tango- y también se presentaban shows.
Vi a Copes allí por primera vez y la segunda fue en un club nocturno de Manhattan.
-¿Qué te deslumbró en particular?
-Él. Nieves también, por supuesto, pero sobre todo Copes. Me produjo como un enamoramiento: era muy buen mozo, muy elegante, muy técnico en su baile. Un genio.
-¿Cuánto tiempo estudiaste en la escuela de Martha Graham?
-Cerca de dos años. Mi primer día de clases voy hacia el salón y encuentro a Martha Graham bajando la escalera; me advierte: “No camine descalza, se rompieron unos vidrios”. Yo me quedé mirándola embobada, en un estado de veneración.
Copes, el hombre que abrió el baile de tango
-Volviendo a Copes, ¿cómo siguió tu vínculo con él?
-Siempre lo seguí como artista, pero no trabajé con él ni fui su alumna. Admiraba también a Copes, porque abrió de alguna manera el baile.
-¿En qué sentido?
-En la pista de una milonga podés ver sólo las espaldas de la pareja que baila. Él “abrió” la pareja y eso me parece sublime.
-¿Te influyó posteriormente como coreógrafa en Tangokinesis?
-Por supuesto. Juan Carlos Copes es mi ídolo, mi luz, mi todo. Como Oscar Araiz en la danza contemporánea.
Su primer espectáculo tanguero
-Tu primer espectáculo con tango fue “Jazmines”. ¿Podrías hablar de él?
-Fue la primera vez que fusioné tango y danza contemporánea y lo creé como un dúo para el que Renata Schussheim creó un vestuario maravilloso. Quería que Copes fuera mi compañero, pero se acobardó. Jazmines tenía como eje a un hombre en relación a tres personajes femeninos: la Novia Blanca, la Novia Roja y la Novia Negra. Elegí el título porque recordé a un novio músico que siempre me traía jazmines.
-¿Ya habías empezado a bailar tango?
-Sí, tenía un profesor. Y con un bailarín que me recomendó formé una pareja de baile, Efraín Ordóñez. Pero luego Efraín continuó con Liliana Toccacelli, porque en mi primer espectáculo, que después le dio nombre a la compañía, no quise estar en el escenario. Contaba con cuatro parejas.
-¿Cuál era tu propósito como coreógrafa?
-Romper el tango. No, no romperlo; desarmarlo y fusionarlo con la danza contemporánea usando música que no fuera sólo de tango. Al día siguiente del estreno vino un señor de un festival en Jerusalem; me dijo que lo nuestro era lo único que le había gustado en Latinoamérica. Dos días después, llegó el contrato por fax. Esto nos impulsó muchísimo.
-¿En relación a las giras?
Sí, hemos girado por gran parte de la Argentina, por Bolivia varias veces; Colombia, muchas. México. Los Estados Unidos, muchas también. Giramos por Europa; entre otros lugares, en la Bienal de Danza de Lyon y en el Festival de Avignon. Actuamos en el Palacio de los Papas, donde antes había estado la compañía de Pina Bausch, imaginate.
Ahora se baila mejor
-¿Fue cambiando el estilo de Tangokinesis a lo largo de los años?
-Sí, pero es que también se baila mucho mejor tango; tanto en el escenario como la gente que va a las milongas.
-Por Tangokinesis pasó una cantidad enorme de bailarines. ¿Encontrás en ellos huellas de tu propio trabajo?
-Me gusta que bailarines que han trabajado conmigo hayan creado sus propias compañías, como Leonardo Cuello, haciendo cosas parecidas a las mías, pero no me molesta que así sea.
-Encuentro que el trabajo de Cuello tomó un rumbo muy distinto al tuyo. En sus obras predomina una inclinación por presentar historias y personajes. Las tuyas son abstractas, o mejor dicho, de puro movimiento.
-En mis obras también hay historias, aunque no se note. Y en cuanto a Cuello me encanta algo que dijo en una entrevista hace tiempo: “Estoy tratando de salir del esquema de mamá Stekelman”.
-¿El haber frecuentado las milongas te dio material para tus obras?
-Sí, sobre todo los pasos y cómo apoyar los pies. Es incorrecto decir que el hombre lleva a la mujer, porque en realidad ella se mueve dos segundos después. Esto me encanta y me llevó un año aprenderlo. El abrazo, del que se habla tanto, no me interesa demasiado.
Su trabajo con Julio Bocca
-Montaste muchas obras para Julio Bocca. ¿Cómo fue esa experiencia?
-Divina. Primero monté dos obras para él, que no tenían tango, y le gustaron mucho. Y después otras tres: Concertango, Consagración Tango y Bocca Tango.
Es fácil trabajar con Julio. Por ejemplo, yo estaba en el proceso de montar una obra y él tenía que irse de viaje; cuando volvía, aprendía muy rápidamente lo que tenía que hacer. Es blando, nada de la rigidez de algunos bailarines clásicos, y posee mucho ángel. Me gustó siempre trabajar con él, pero la única explicación que puedo darte es que tiene magia.
-¿Cómo será la celebración del 30° aniversario?
-La última vez que se presentó Tangokinesis fue en el CCK poco antes de que empezara la pandemia. Haré el mismo programa, con piezas de distintas épocas.
-¿Te gustan las celebraciones, los aniversarios?
-No.
-¿Por qué lo hacés entonces?
-Porque toda la gente que tengo alrededor, y no son pocos, sí quiere.
Información
Aún no se sabe sobre la muy próxima función aniversario de Tangokinesis. Será anunciada con día, hora y en qué sala través de sus redes sociales: @tangokinesis
WD