La Cámara Federal de Casación Penal determinó entregar los restos de Rubén Amaro González, un correntino asesinado por la dictadura cívico-militar en el conurbano bonaerense y cuya identificación fue posible este año, a la familia del joven.
El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) entregará mañana por la mañana los restos de González al abogado y activista por los Derechos Humanos Pablo Vassel, como representante de la familia del obrero de la industria del vidrio que fuera asesinado durante la última dictadura militar y enterrado como NN en el cementerio municipal de Avellaneda.
Vassel entregará por tarde del mismo viernes la urna con los restos del joven a sus hermanas en su domicilio natal de Mercedes para un sepelio íntimo, mientras que la inhumación se realizará el domingo por la mañana en el cementerio de esa ciudad.
La resolución entregada hoy a la familia González lleva las firmas de los jueces de Cámara Leopoldo Bruglia, Mariano Llorens, Martín Irurzun, Pablo Bertuzzi, Roberto José Boico y Eduardo Guillermo Farah.
La historia de Rubén González
Rubén Amaro González había desaparecido en Florencio Varela a fines de diciembre de 1976 y, según se reconstruyó con la investigación encarada por la familia y Vassel, sus restos fueron hallados el 30 de ese mes en la ruta Panamericana (actual acceso sudeste) – en ese momento en construcción- a 300 metros del puente que cruza el arroyo Santo Domingo, en Avellaneda provincia de Buenos Aires.
Según consta en la causa, Amaro González fue inhumado como NN en el cementerio municipal de Avellaneda el 7 de enero de 1977 y exhumados por orden judicial con una tarea de coordinación del EAAF en 2019.
Mediante un cruzamiento de datos genéticos posible gracias a las muestras de sangre que entregaron sus hermanas. Del total del cuerpo solo fue posible recuperar el cúbito derecho y el peroné izquierdo, debido al deterioro sufrido por los restos durante el paso del tiempo.
Amaro González nació en una familia de 14 hijos del paraje rural Timbocito, muy cerca de Mercedes, y en 1974, a los 18 años de edad, decidió ir a trabajar a Buenos Aires para ayudar a su madre que en ese mismo año había quedado viuda.
El joven trabajaba en Cristalux, fábrica de los platos Durax, y vivió un tiempo con una hermana hasta que la fábrica construyó un barrio y le entregó una vivienda.
Según reconstruyó Vassel, «la muerte de Amaro fue documentada y ocurrió luego de que un retén de la Policía Bonaerense lo fusiló al bajarlo de un colectivo, para abandonar su cuerpo en un basural».
Redacción y Télam