Fue una de las asambleas más esperadas. Después de seis años de aquella votación histórica que en 2018 habilitó que las mujeres pudieran ser socias plenas del Club Universitario Buenos Aires (CUBA), finalmente llegó el momento de votar para derribar el último resabio del “only men” de la sede de la calle Viamonte. El ingreso de ellas ya había sido habilitado en ese momento, mientras hoy se debía definir si se aprobaba la afectación de una partida de 100 millones de pesos para que avanzaran las reformas en el edificio, destinadas a construir un vestuario para mujeres y otras áreas preparadas para actividades que las incluyan. Como era de esperarse, pese a la tarde fría, los jardines de la sede Palermo se fueron llenando lentamente de socios y socias que querían pronunciarse. Y al final se impuso ampliamente el sí.
En una asamblea en la que votaron 991 socios y socias, se resolvió con el apoyo del 77,5% (768) que el CUBA dé su paso más audaz en sus más de 106 años de historia: cuando las obras concluyan, dentro de unos cuatro meses, ya no habrá áreas restringidas a las que las mujeres no puedan acceder. Consisten en desarrollar en un vestuario para ellas –con siete duchas y cuatro inodoros– y una rampa de acceso al gimnasio. El vestuario de hombres no se tocará, pero se tomarán 17 metros cuadrados del vestuario de cadetes y moverán el área médica.
La mayoría de los socios estuvo de acuerdo en que se afectaran los fondos necesarios para avanzar en la reforma edilicia, para así dar fin a uno de los últimos reductos exclusivamente de hombres de una de las instituciones más tradicionales de la Capital.
Desde las 17, en la sede de Palermo las autoridades del club expusieron ante los socios presentes, que ocupaban un 70% de los asientos ubicados en una de las canchas de papifútbol, las características de las obras previstas y cómo se componía el presupuesto. Hubo lugar para preguntas y cuestionamientos. Aunque se filtraban los argumentos más conservadores, que buscaban llevar el debate al terreno de mujeres sí o mujeres no en la sede de Viamonte, los responsables de moderar la asamblea redireccionaban los argumentos una y otra vez, recordando que lo que se estaba definiendo era otra cosa: la afectación o no de recursos para esa reforma edilicia. La lista de oradores fue larga, pero la mayoría se fue pronunciando por el sí, lo que hacía palpitar el resultado de la votación final.
En las sillas se veía una mayoría de hombres, con un grupo de mujeres congregado en los balcones del primer piso para seguir el debate tras una reja. Eran las asociadas, que podían tener parte pero no voz en el debate. Finalmente, cerca de las 19.30, los socios comenzaron a formar filas para dar su voto. No hubo una concurrencia masiva, como en 2018; aunque en las primeras horas de la convocatoria se vieron más socios vitalicios, con el correr de las horas, terminada la jornada laboral, los más jóvenes se fueron acercando a dar su voto. Para participar, se les exigió que tuvieran sus cuotas al día (no podían adeudar más de dos). Finalmente, cerca de las 21 terminó la votación y el recuento de votos indicó que se podía avanzar con la obra.
En primer lugar, se adecuarán los sanitarios para que algunos o todos sean también de uso femenino. Una vez finalizada esa etapa quedará habilitado el uso común de los espacios deportivos para judo, taekwondo, aikido, esgrima, yoga, pelota y squash, además del bar y la sala de kinesiología. Pero habrá que esperar para las actividades que requieren el uso de vestuarios.
Las mujeres no podrán acceder al gimnasio de pesas, el sector para clases de gimnasia, la sala de box, la cancha de parquet y la pileta hasta que finalicen las obras necesarias, cuya duración fue estimada en cuatro meses.
¿Cómo se llegó a esta transformación? El 5 de noviembre de 2018 fue un día histórico para el CUBA. Justo en el año en que cumplía sus cien años, se atrevió a debatir uno de los mandatos que lo volvían anacrónico: que las mujeres no tuvieran los mismos derechos que los hombres dentro del club. Se votó si las mujeres podían ser socias plenas, sin importar su estado civil ni filiación. El sí se impuso por el 73%, en una asamblea con una contundencia abrumadora: miles de socios –sobre todo de las generaciones más jóvenes– llegaron hasta la sede de Palermo para votar a favor de la igualdad de género.
A partir de ese día, tanto ellas como ellos pudieron ser socios plenos del club. Y así ocurrió. Hoy, en la institución que tiene ocho sedes y 22.000 socios, existen tanto socias como socios, aunque todavía la matrícula femenina representa el 35% del total. Por un tema de costos, muchas mujeres que participan activamente de las actividades del CUBA prefirieron seguir como asociadas, ya que así abonan unos 35.000 pesos menos de cuota que siendo socias plenas. Aunque si en el grupo familiar hay dos socios, se les hace un 20% de descuento. Las asociadas no votan en las asambleas ni pueden integrar la comisión directiva.
En aquella asamblea de 2018, en la reforma del estatuto interno quedó plasmado que para que la sede de Viamonte pudiera ser mixta debían aprobarse ciertas reformas edilicias, como ser la construcción de un vestuario para mujeres. Esos pasos asertivos, no obstante, no se acompañaron de plazos explícitos para que todos los socios independientemente del género pudieran asistir al club en igualdad de condiciones.
Como en el medio llegaron la pandemia y después la crisis económica, aquellas reformas edilicias quedaron en espera y Viamonte se convirtió en el último refugio del club “only men”. En junio pasado, comenzaron las reuniones informativas sobre el proyecto y finalmente se convocó a la asamblea de votación. Así, seis años después de aquella tarde, esa deuda pendiente se saldó esta noche con la nueva decisión de los socios al aprobar el presupuesto para las obras.
Viamonte es sobre todo de un reducto de socios, muchos ya vitalicios o con más de 50 años de antigüedad, que viven el “solo hombres” de la sede como reivindicación de una masculinidad que pierde terreno. Un bastión en el que pueden recorrer libremente los vestuarios y sus inmediaciones en toalla, con poca ropa o prácticamente sin nada. De hecho, el periodista Rolando Hanglin fue uno de los vitalicios que impulsaron la campaña del “no” a la incorporación de mujeres en todas las sedes. “Si gana el sí, lo voy a tomar con tristeza. Porque puede ser el principio del fin del CUBA. Somos el único club que no está fundido. Todos quieren venir acá. Equipo que anda bien no se toca. Es mentira que las mujeres están marginadas”, argumentaba Hanglin horas antes de la votación de 2018.
De hecho, todos estos años la sede siguió siendo el bastión de la resistencia. Aunque, de la pandemia a esta parte, hubo muchos cambios en el perfil del socio que concurre. Por un lado, socios de edad avanzada que no volvieron; por otro lado, que cambiara el ritmo de afluencia al centro de la ciudad de cinco veces a la semana para trabajar también bajó la proporción de socios que iban a entrenar o a participar de alguna actividad antes o después del horario de oficina y aumentó la flexibilidad de horarios.
De 1928
Hoy, Viamonte continúa con sus características de edificio construido en 1928, con sus niveles unidos por un ascensor de los de antes. Tiene una biblioteca que nada tiene que envidiarle a la de Harry Potter y un salón comedor con un tradicional piso en damero, donde se hacen las cenas de honor y los encuentros en los que se reconoce a los socios que cumplieron los 50 años. En los distintos pisos se practica esgrima, squash, básquet y vóley, sobre pisos de madera de tablones enteros de pinotea originales.
Hasta ahora, hay dos vestuarios, el de hombres y el de cadetes. Alguno podría pensar que la reforma alcanzaría con asignar uno a los hombres y otro a las mujeres. Sin embargo, cumplen funciones distintas. Mientras que uno es más amplio y concurrido, el que está en el piso donde se encuentra la pileta climatizada se usa como acceso al natatorio.
Al ser una sede exclusiva de hombres, hasta ahora solo ellos podían acceder a los espacios deportivos, mientras en la práctica las mujeres pueden ingresar al edificio para participar de actividades “sociales y culturales”, tal como postulaba el artículo 68 del estatuto que se derogó.
Más allá de la obra, los cambios implicarán que aquel vestuario de hombres empiece por primera vez en mucho tiempo a tener puertas que se cierran. Justamente, al habilitar la presencia de mujeres se deberá delimitar el espacio del vestuario de hombres y circunscribir el área en la que se puede circular sin vestimenta. Hoy, el vestuario principal se encuentra al final de un corredor, hacia la derecha, y aunque no se ve desde el pasillo hacia el interior, lo cierto es que casi no existen divisiones entre un área y otra. Aunque hay puertas vaivén, están siempre abiertas con una traba y es cuestión de girar en el pasillo para estar dentro del vestuario.
Seis años después, el CUBA dio el paso final y en la asamblea de socios definió que invertirá $100 millones para la transformación más significativa en su historia.