Todo estaba listo en la ciudad de Viena, para recibir a Taylor Swift. Durante el pasado jueves, viernes y sábado, la capital de Austria se iba a convertir en una ciudad Swiftie, debido al habitual terremoto que supone la presentación de esa cantante, y el amor con el que su público vive esos recitales. Pero todas las presentaciones debieron ser canceladas, luego de que la policía austríaca detuviera a dos presuntos extremistas islámicos que planeaban un atentado.
La noticia provocó un verdadero impacto en la opinión pública, y una profunda angustia entre los fans de la cantante, que planeaban asistir a alguna de esas fechas en Viena. En este contexto, la actriz Blake Lively, que comparte con Swift una conocida amistad, opinó al respecto.
Durante la presentación en Londres de su última película, It Ends With Us, la actriz se expresó en referencia a los frustrados atentados. “Oh Dios mío, o sea, es algo muy aterrador”, exclamó Lively en diálogo con Access Hollywood«> Access Hollywood. Sin disimular su asombro y lo mucho que la perturbó esa información, destacó: “Pero gracias a Dios que la situación está completamente bajo control”.
“Con la confirmación por parte de funcionarios del gobierno de planes de un ataque terrorista en el estadio Ernst Happel, no tenemos más remedio que cancelar los tres conciertos programados para la seguridad de todos”, dijo Barracuda.music en un post en Instagram, en el que añadió que todas las entradas serían reembolsadas automáticamente “en un plazo de diez días”. Esa información fue un sismo en el público vienés, que esperaba con entusiasmo asistir a la serie de recitales que iba a protagonizar Taylor Swift, entre el 8 y el 10 de agosto.
Tras la conmoción en Gran Bretaña por un ataque a puñaladas a tres niñas en una clase de baile con temática de Swift, el director general de Seguridad Pública de Austria, Franz Ruf, declaró que se habían reforzado las “medidas de seguridad para estos conciertos poniendo especial énfasis en los controles de acceso y la inspección de personas”, aunque luego se decidió la suspensión de los shows.
Ruf confirmó, en conferencia de prensa, que el principal sospechoso es un joven de 19 años que fue arrestado en Ternitz, unos 65 kilómetros al sur de Viena, y la segunda persona en la capital austriaca. Más adelante, el principal sospechoso confesó sus planes terroristas, según declararon funcionarios del servicio de inteligencia austríaca.
El adepto al grupo jihadista Estado Islámico (EI) preparaba un atentado suicida para “matar a un gran número de personas”. Tras la cancelación de los tres recitales, Omar Haijawi-Pirchner, director de los servicios de inteligencia (DSN) anunció que el joven de 19 años “confesó todo y declaró que tenía intención de cometer un atentado con explosivos y armas blancas”.
Cuando el detenido de 19 años empezó a preparar el ataque en julio, dejó su trabajo y “cambió sospechosamente su apariencia y la adaptó a la propaganda” del grupo extremista EI, indicaron funcionarios en una conferencia de prensa en la capital austriaca. El sospechoso quería utilizar cuchillos o bombas caseras para matar a la mayor cantidad de gente posible ante el estadio Ernst Happe, indicó Omar Haijawi-Pirchner. “Claramente, se radicalizó en la dirección de Estado Islámico y cree que está bien matar infieles”, agregó.
Ante esta situación, que dejó devastados a muchos fanáticos, una iglesia local se compadeció y tomó una importante decisión: ambientar el templo con música de Taylor Swift. El sorprendente suceso se dio a conocer gracias a la usuaria @kristihov, quien expresó: “¡Gracias, hermosa iglesia en #Viena, que tocó canciones de Taylor Swift el día del primer concierto cancelado y dio a muchos swifties tristes un lugar para reunirse!”.
Por lo que se puede ver en una de las postales que compartió dicha usuaria, en la puerta del lugar se podía leer un cartel escrito en alemán dirigido a los fans, que por su traducción al español decía: “Queridos swifties, sentimos lo que están pasando. Aquí pueden desahogarse cantando”. Asimismo, sumaron algunas fotos de la cantante y emojis de caritas llorando.
LA NACION