Las personas que se pregunten cómo se vería Chuavechito en la vida real pueden empezar a responder el interrogante con imágenes generadas por inteligencia artificial.
Este tipo de herramientas recopilan información de la web para cohesionarla en imágenes que se generan en instantes, por lo que es una buena aproximación para pensar cómo se vería este niño que disfruta de salir a jugar sin preocuparse por la suavidad su ropa. Se trata de uno de los personajes más conocidos de la publicidad argentina, con más de 30 años en el imaginario colectivo como la cara del suavizante Vívere, del conglomerado Unilever, que lo empleó para un comercial por primera vez en 1993. Desde entonces y hasta nuestros días, Chuavechito se convirtió en una referencia cultural para generaciones de argentinos.
Por su enorme popularidad, la inteligencia artificial es capaz de generar visiones alternativas del personaje a partir de una entrada textual. Una de las herramientas habilitadas para esto es Copilot, desarrollada por las empresas Microsoft y OpenAI. Esta app, que diseña imágenes en tiempo real y en pocos minutos, cuenta con tecnologías avanzadas de IA, generada por los últimos modelos de lenguaje de OpenAI, GPT-4 y DALL·E 3. A partir de la consigna “Cómo se vería Chuavechito en la vida real”, el asistente genera una serie de imágenes para pensar a este personaje bajo otra luz.
La primera imagen de Chuavechito en la vida real generada por inteligencia artificial lo muestra en un jardín al aire libre rodeado de flores, arbustos y otras plantas. Está en pleno salto, con una sonrisa en el rostro y el cabello rubio al aire. Viste la tradicional ropa que se asocia a este personaje, con una remera roja y un pantalón de jean. La imagen de la IA parece mostrarlo descalzo, pisando el pasto de lo que parece ser el patio trasero de una casa.
Otra versión de Chuavechito en la vida real que diseña la inteligencia artificial de Copilot lo muestra frente al lavarropas, presto a cargar el suavizante del cual ha sido rostro por más de tres décadas. Viste una remera roja arremangada que en el centro tiene un sol amarillo, y encima del mismo un jardinero de jean. Mira hacia el centro de la imagen con ojos celestes, y sonríe sin mostrar los dientes mientras con la mano derecha destapa la botella de suavizante. Frente a él, la puerta abierta del lavarropas exhibe ya un inicio de espuma.
LA NACION