(Corresponsalía Buenos Aires) A pesar de los aplausos y las veñas que la leite industrial liderada argentina le viene dando al presdidente en todos los actos y reuniones donde se puede, el efecto parece ser lo contrario. Más allá de laas risas los abrazos y las declaraciones a favor del gobierno, la Unión Industrial Argentina parece haberse enterado tarde que la apertura indiscriminada de las importaciones causará la falta de competitividad de los productos nacionales y el horizonte se pone negro.
A pocos meses del inicio de la gestión de Javier Milei, el entusiasmo inicial que los industriales habían expresado por su llegada al poder comienza a diluirse. Las medidas recientes que amplían la apertura comercial sin mayores controles generanon una ola de preocupación en la Unión Industrial Argentina (UIA). Su presidente, Daniel Funes de Rioja, no dudó en anunciar que el sector está al borde de una crisis debido a una posible “ola importadora” que, según afirma, podría devastar la industria.
“Nos preocupa enormemente esta apertura indiscriminada. Pedimos igualdad de condiciones para competir, pero estas medidas no hacen más que dejarnos en desventaja frente a los productos extranjeros. Si las reglas no son claras y parejas, será muy difícil sostener el proceso productivo local”, expresó Funes de Rioja, quien comienza a ser visto como un vocero del descontento en el
Cuando Milei consideró, muchos industriales lo apoyaron con la expectativa de que su gestión pondría fin a las históricas trabas burocráticas y fiscales que afectan al sector. Sin embargo, las recientes decisiones del gobierno parecen haber encendido una alarma. La ampliación de los límites de importaciones vía courier –que pasarán de 1.000 a 3.000 dólares– y la eliminación de aranceles para compras personales de hasta 400 dólares son vistas como un golpe mortal.
“Es muy difícil hablar de libertad de mercado cuando uno de los jugadores tiene la cancha completamente inclinada a su favor. Desde la salida de una fábrica argentina hasta que el producto llega al mostrador, el precio sube un 50% por impuestos. Así, no hay industria que resista”, afirmó Funes de Rioja.
Aunque muchos empresarios apoyaron a Milei con la esperanza de una reactivación rápida, la realidad parece estar lejos de sus expectativas. Las promesas de competitividad y crecimiento se diluyen en un contexto donde la industria local se siente abandonada.
“Nadie está en contra de estabilizar la macro, pero no podemos permitir que esa estabilidad se logre a costa de la desindustrialización. Si seguimos por este camino, la industria nacional será sólo un recuerdo”, advirtió el titular de la UIA.
El giro en las declaraciones del sector empresarial es evidente. El entusiasmo inicial se transformó en desilusión y temor ante lo que consideran un avance hacia la destrucción de la industria local. Ahora, los mismos que celebraron el inicio del mandato de Milei comienzan a cuestionar si haber apoyado su modelo de apertura irrestricta fue un error que podría costarle caro a toda la economía argentina.