De un tiempo a esta parte, es un paseo común. Salir de la ciudad algún día del fin de semana y aventurarse a un pueblo cercano es un programa que cada vez más personas se animan a hacer. Sin embargo, el circuito suele contemplar siempre los más populares. Uribelarrea, Carlos Keen, Mercedes, Azcuénaga o San Antonio de Areco son grandes elegidos gracias a su buena oferta gastronómica y sus encantos difundidos en diversas notas periodísticas y en redes sociales. Pero la Buenos Aires profunda tiene mucho más para ofrecer. De hecho, hay mucho por ver en algunos de los poblados más chicos y discretos de la provincia.
Verano 2025
Pensando en la temporada de verano que comienza en unos días, hay algunos pueblos que seducen con sus propuestas de playa y opciones para disfrutar el agua.
Es el caso de Punta Desnudez, en el partido de Tres Arroyos, llamada así por el primer topógrafo que recorrió sus costas. Ubicada a 14 kilómetros de Balneario Orense (y cerca de otros puntos más conocidos como Claromecó y Reta), un pueblo chiquito de unos 2500 habitantes que llegan a 2800 incluyendo la zona rural. La villa balnearia es especialmente pequeña: durante el año viven entre 60 y 70 personas.
Esta playa cuenta con bajadas para vehículos, dos hoteles, restaurantes, club de pesca, camping y boliche bailable. También hay varias casas de familia que se alquilan durante la temporada. El lugar más emblemático es Médano 40, un médano vivo cuya altura de 40 metros permite observar desde lo más alto todo el paisaje. Otro atractivo es el arroyo Cristiano Muerto, que sigue un sinuoso camino entre las dunas hasta finalizar en el mar, y en cuyo trayecto hay distintos puntos de pesca.
“Aquí las casas quedan siempre abiertas, los autos se estacionan en la costanera y uno baja con las cosas de playa como las sombrillas y sillas, las acomoda por la mañana y al mediodía sube a su casa a almorzar o descansar un rato, y queda todo ahí no más. Nadie toca nada y eso es invaluable”, cuenta María del Carmen Quiroga, encargada de la Oficina de Turismo, mientras da la tecla de uno de los grandes diferenciales de este balneario turístico.
Las termas son otro punto refrescante para considerar este verano, y a las ya conocidas en distintos lugares del país se suma la variante de Tapalqué, un pueblo a 270 kilómetros de CABA. El complejo está emplazado sobre un predio de 17 hectáreas en un entorno forestado y parquizado, que además este año sumó un sector de piscinas exteriores con juegos acuáticos especialmente diseñado para los niños.
Por fuera de las termas, la ciudad también despliega un natatorio municipal, un balneario con una extensa arboleda y un arroyo con 10 kilómetros de costanera, ideal para practicar kayak, pesca y senderismo. Los fines de semana se suma una feria de artesanos y la propuesta de degustar una delicia típica de la zona: una torta negra del tamaño de una pizza.
Espíritu de campo
También puede ser buen plan entregarse al encanto rural de ciertos pueblos. Como Crotto, que se encuentra a pocos kilómetros de Tapalqué, acaba de cumplir 110 años y fue recientemente designado Pueblo Turístico Rural. Aquí se destacan las casas de adobe y ladrillo casi tanto como el silencio de la hora de la siesta o la intensidad del brillo de las estrellas por la noche.
Este fue un pueblo que creció a la vera del ferrocarril, pero que con el correr de los años perdió el paso del tren, ese que le traía noticias del mundo y productos que no se encontraban en la zona, así como conexión con los vecinos. Sin embargo, hoy la estación de Crotto es un museo que vale la pena visitar. Entre viejas fotos y objetos cotidianos es posible revivir allí la historia de un pueblo que conserva mucha de su esencia. Con apenas 300 habitantes, recorrerlo es viajar en el tiempo. ¿Qué más visitar? La “esquina de los almacenes”, con la Vieja Fonda y el Almacen de Ramos Generales, y la plaza central, donde se erige la estatua de la Mujer Campesina.
Dentro del partido de Saladillo y a 180 kilómetros de Buenos Aires, Polvaredas se presenta como un pulmón verde de calles de tierra y casas de ladrillo. Se lo conoce como la cuna del creador de helicópteros Augusto Cicaré, y cuenta con construcciones centarias como el Bar de Cato (aún abierto), una foto de lo que permanece en el tiempo sin modificación. También vale la pena pasar por el Bar Luna Park, que atesora el devenir del pueblo y sus habitantes a través de objetos, cuadros, recortes periodísticos y fotos, y que hasta tiene una cancha de bochas. Es un destino ideal para caminar en silencio, sentarse en sus parques y disfrutar la amabilidad de sus vecinos, que aman contar las historias de ese lugar que los vio crecer.
Y apenas a 27 kilómetros de la ciudad de Tandil se esconde Gardey, un pueblo rural con caminos de álamos, ideal para los amantes de la naturaleza y la vida al aire libre. Aquí podrá visitarse la capilla San Antonio de Padua, de estilo romántico, el arroyo Chapelofú, donde es posible acampar y pescar, o llegar hasta “Las Coloradas”, un espacio verde enclavado en medio del campo a la orilla del mismo arroyo, al que se llega por un sendero rural. Y no todo es ejercicio: también hay lugar para el disfrute de la gastronomía, y el Almacén Vulcano es ideal para una picada al aire libre, especialidad de la zona. En sus mesas exteriores será posible admirar el atadecer del pueblo.
Recuperar la esencia
Aunque encantadores y cada uno con su impronta particular, la vida de los pueblos pequeños no siempre es tan idílica como parece. Con pobladores que emigran en busca de oportunidades y cada vez menos habitantes, son varios los que a diario luchan con los desafíos de mantenerse en pie y seguir vigentes. Fue con esa problemática en mente que en 1999 la geógrafa y socióloga Marcela Benítez creó RESPONDE, una ONG dedicada a promover el desarrollo social y económico de los pequeños pueblos rurales del país.
Lo hacen comprometiéndose con la preservación y defensa de las raíces, identidad y acervo cultural de los pueblos, al tiempo que confían en la capacidad emprendedora de su gente y en su voluntad de superación a partir de las oportunidades. Para esto, investigan y generan información inédita para revalorizar la identidad y la cultura y revelar el potencial. También ponen en marcha proyectos para que las comunidades aprovechen sus recursos y encuentren un futuro posible en su pueblo.
En lo que a la provincia de Buenos Aires se refiere, han puesto el foco en nueve pueblos: Sansinena, San Enrique, Saforcada, San Jorge, Recalde, Pirovano, Ramón Biaus, Agustina y Castilla. Y en su página es posible conocer un preciso relevamiento sobre cada uno, desde sus datos demográficos, económicos y de servicios a detalles sobre su flora y fauna y sus atractivos turísticos. Es la oportunidad ideal para encontrar hallazgos que vale la pena no solo conocer, sino además ayudar a poner en el mapa.