“Le dediqué la película a mí mamá. Tenía la imagen de una niña correteando por un bosque de arces y robles muy parecido al lugar donde se crió mi madre, el mismo donde terminó sus días. Es una niña inspirada por lo que imagino que fue la infancia de mi madre: una niña un poco traviesa, terca, muy independiente. Y después pensé ‘ahora qué va a hacer esta niña y cuándo ocurre todo esto’. Ahí ya no era más mi madre, pero tenía el espíritu de ella en mente”, arranca Viggo Mortensen sobre el origen del estreno de este jueves Hasta el fin del mundo, el western que protagonizó, dirigió y escribió inspirado en su mamá, Grace Gamble Atkinson.
El actor viaja al Lejano Oeste del siglo XIX para contar la trágica historia de amor de Vivienne Le Coudy (Vicky Krieps) y el inmigrante Holger Olsen, que él mismo interpreta.
Viggo explica que “es una historia que escribí durante la cuarentena de 2020, en el peor momento de la pandemia. Pensé que a esa niña, en la frontera americana hace un siglo y medio, le iba a costar mucho más volverse una mujer independiente con esa fuerza interior. Era un mundo dominado por unos pocos hombres corruptos, violentos y poderosos.
Me interesaba contar, cuando llega el momento en que mi personaje se une a la Guerra de Secesión, qué les pasaba a las mujeres y las niñas cuando los hombres se iban. No solo en el western y en Norteamérica, sino en la historia de la humanidad. Qué hacen y cómo sobreviven esas mujeres. Y más que eso, qué sienten y qué efectos psicológicos tiene sobre ellas esa ausencia o ese abandono”.
“Esto, que también pasa cuando hay una guerra, nunca se muestra en el western ni en ningún otro género. Las películas siempre van con los hombres a la guerra y no se ve nada de lo que pasa con ellas, que se quedan, y cómo les afecta. Además, es inusual un western con una mujer protagonista. Hubo casos, pero suelen ser mujeres extraordinarias, muy hermosas y, sobre todo, poderosas, ricas o terratenientes. Generalmente tienen algo así, especial, y yo quería contar la vida de una mujer común, que hubo miles y miles, cómo vivían en esos tiempos y cómo se las ingeniaban para aguantar al sufrir esas ausencias. Ahí ya me di cuenta de que estaba haciendo algo bastante diferente”, destaca Mortensen la singularidad de su historia.
Viggo y su relación con la Argentina
El cineasta adelanta que quiere plasmar su relación con la Argentina en el cine porque “está la posibilidad de que haga una película que transcurre en Buenos Aires. Escribo mucho más rápido de lo que consigo la plata para filmar, así que tengo muchos guiones terminados. No es una película cara, tiene un presupuesto normal para lo que son las películas independientes argentinas. Pero nunca es fácil cuando la historia no es convencional y cada día es más difícil.
Es una buena historia, pero además me gustaría hacerla como una forma de participar y de apoyar el esfuerzo colectivo general de hacer cine en la Argentina, a pesar de las presentes dificultades y la falta de apoyo. Los directores argentinos van a seguir filmando igual. Va a ser más difícil, pero la gente tiene mucho aguante y va a seguir creando historias interesantes en la Argentina”.
“Antes me gustaría filmar una película más cara que tengo escrita. Es la adaptación de un libro, que vengo pagando hace años para mantener los derechos. También tiene que ver con el western, pero solo con gente indígena de las primeras naciones. Es una historia norteamericana también, pero no es en inglés y no hay europeos. Son solo pueblos originarios y está hablada en cinco idiomas. Hay muchos caballos y muchos paisajes increíbles. Requiere demasiada preparación, pero ya tengo a la gente que puede hacerlo. Eso es lo que más me gustaría hacer”, cierra Viggo soñando con seguir poniéndose detrás de cámara.
Viggo, personaje secundario
Volviendo a Hasta el fin del mundo, el director profundiza al explicar que “la relación de Vivienne con Olsen, mi personaje, es el centro de la película, pero yo termino haciendo un personaje secundario. Uno piensa que va a ser una historia de venganza, como tantas que hemos visto en el Oeste, pero acá es más importante el perdón y la compasión. Eso termina teniendo más relevancia que vengarse o el deseo de la violencia. Tener la última palabra no importa tanto como cierta empatía”.
“Como cineasta quería que todo fuera lo más real posible. Lo único que tuvimos que hacer con pantalla verde, y creo que lo hicimos bien siendo muy eficaces, porque no teníamos presupuesto, fue el puerto de San Francisco en el siglo XIX. El resto es real. Complica ir a los lugares reales, pero visualmente es más creíble. Y además estuvimos en lugares hermosos, muy especiales, donde no se había filmado antes.
En el western, uno se acostumbró a ver una película tras otra en los mismos escenarios de Lone Pine, Monument Valley, Nueva México o, en el caso de los spaghetti westerns, en el desierto de Almería. Ir a lugares nuevos es una ventaja para que el espectador crea en la historia. Y para todo el equipo está bueno alejarse del estudio. Acá cuando decís ‘corte’ no se van todos a tomar algo a la cafetería. Los actores valoran mucho ese cambio de costumbre, es inolvidable. Es una experiencia diferente para todos”, resalta Viggo.
Prohibido usar el celular
Mortensen exige cierto compromiso a todo su equipo durante el rodaje porque “está prohibido usar el celular. Pido que se piense en el teléfono como si fuera el cigarrillo. El que quiere fumar, espera una pausa para alejarse. Aclaré que si suena un celular, hay una segunda oportunidad, pero a la siguiente ya se quedaban afuera. Y funcionó perfecto”.
“Me inspiré en los mejores ejemplos del western clásico, como las películas de bajo presupuesto de Budd Boetticher, sobre todo las siete que hizo con Randolph Scott de protagonista, algunas de John Ford, no todas, donde hay una fotografía simple y elegante e historias muy buenas con personajes interesantes. O los westerns de Howard Hawks y Anthony Mann. Me gustan los clásicos, filmados de forma simple y elegante, en los que todo esté reconstruido tal cual era en esa época, sin pensar demasiado en cómo muestra todo la cámara”, destaca.
Viggo también compuso la música de la película, que requirió un proceso especial de investigación, por más que “podría haber hecho cualquier cosa, como por ejemplo poner un rap, pero mi idea fue que incluso la música fuera históricamente correcta más allá de que hiciera una ficción. No me gusta que la música dicte lo que tenés que sentir, tiene que surgir de forma orgánica en el momento. Pensé en la música que se escuchaba en los bares de esa época, con mucha influencia del norte de Europa. Éramos solo un chelista, una violinista y yo en el piano”.
“La investigación para el personaje de Vivienne fue más complicada porque no había casi nada en el cine. Encontré algunas cartas de la época, vi fotos y me imaginé cómo podría ser la vida de las mujeres de entonces. Ni a los diarios ni a los escritores de novelas de esa época les preocupaba mucho la vida de las mujeres. Se centraban en las aventuras de los hombres. Había alguna escritora como Mari Sandoz, pero no mucho más”, lamenta Mortensen.
POS