domingo, 16 marzo, 2025

Más deuda con el FMI: Otra vez sopa; como nuestro libro, Javi

En la presente nota me propongo contestar la nota de Javier Milei titulada “Acuerdo con el FMI: sanear el BCRA para terminar con la inflación”. En su nota, el PEN explica que pretende pedir nueva deuda al FMI y acrecentar el stock de endeudamiento con dicho organismo internacional “para sanear el BCRA y terminar con la inflación”. En esta nota mencionamos errores en el enfoque monetario del PEN. Además, analizamos dichos errores y contrastamos los argumentos presentados desde la Casa Rosada. Sin embargo, es importante señalar que compartimos la preocupación sobre el impacto de un BCRA quebrado en la inflación de Argentina, un fenómeno que sólo sucede en Argentina; o sea, no acontece en ningún otro país. Esta diferencia entre Argentina y todo el resto de los países será lo primero a explicar.

Como primer punto de la nota, explicaremos la relevancia del balance del BCRA para la política monetaria y los resultados inflacionarios en Argentina. Monetariamente hablando, Argentina tiene características distintas a otros países. En otros países, los agentes económicos ahorran en la moneda emitida por sus bancos centrales, lo que hace que la relación entre sus pasivos y activos relevantes no sea un factor crítico al hacer política monetaria y/o anticipar resultados en términos de inflación. En dichos países, la demanda de dinero incluye tanto el motivo transacción como el motivo ahorro. Sin embargo, en Argentina los agentes económicos no ahorran en los pesos emitidos por el BCRA, lo que resulta en una demanda de dinero incompleta; es decir, hay demanda de dinero solo por motivo transacción y no por motivo ahorro, lo cual conduce a una gran volatilidad de la demanda de dinero con consecuencias significativamente negativas para la política monetaria y sus resultados.

Banco Central de la República Argentina

Hace casi cien años que los agentes económicos argentinos ahorran en dólares que no emite el BCRA, y cada vez que lo hacen implica caída de la demanda de pesos y aumento de la demanda de dólares; o sea, desequilibrio monetario y cambiario; respectivamente. La consecuencia de este comportamiento diferencial de los argentinos conduce a que el BCRA enfrente una suerte de caja de conversión ipso facto frente a sus ciudadanos, que miran tanto la cantidad de pesos que la autoridad monetaria tiene en su pasivo como la cantidad de dólares posee en su activo. Al no ahorrar en pesos y hacerlo en dólares, los argentinos procuran sacarse de encima parte los pesos de la base monetaria que el BCRA tiene en su pasivo y cambiándolos por los dólares (reservas) que la autoridad monetaria tiene en su activo. Bajo esta caja de conversión ipso-facto, los agentes económicos argentinos le prestan atención a la relación existente entre los pasivos en pesos y los activos en dólares del BCRA, ya que un ratio más elevado significará a futuro un tipo de cambio y un nivel de precios más elevados, menor ahorro en dólares y menos consumo real futuro, o sea; pérdida de prosperidad individual en el largo plazo. Si bien no lo sabe explicar, se puede deducir que el PEN intuye este fenómeno cuando escribe respectivamente en el cuarto y quinto párrafo de su nota: “cuanto mayor sea el deterioro patrimonial del BC, mayor será el nivel de precios que permite sanear su balance. Así, dicho nivel de precios de largo plazo contra el nivel actual nos muestra la tasa de inflación subyacente de la economía”, y “cuando suben los pasivos del Banco Central, ya sea por emisión de pesos contra títulos públicos que no tienen mercado, es decir, emisión espuria, o por el devengamiento de intereses de los pases, el patrimonio del Banco Central se deteriora aumentando la inflación presente y futura”.

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Ahora bien, el PEN sigue vejando la libertad de los exportadores obligándolos a liquidar el 80% de sus ventas en el BCRA, revelando que la Casa Rosada no comprende que esta política acrecienta los problemas, ya que convierte a la política monetaria en endógena y potencia el impacto negativo de la salud del balance quebrado del Central sobre los resultados de política monetaria. Si el BCRA se apodera de (casi) todos los dólares del comercio exterior, los agentes económicos más miran los dólares que tiene o no tiene el Central comparándolos tanto contra los pesos del pasivo del Central como contra los pesos totales que andan dando vuelta en la economía, revelando que la creación secundaria del dinero también importa. Centrándonos en el balance del Central, cuánto más alta sea la relación pesos de base monetaria vs. dólares de las reservas, más expectativas de devaluación e inflación futura habrá y consecuentemente mayor probabilidad de profecía auto cumplida. De esta manera, comparar monetariamente Argentina con otros países no es comparar peras con manzanas, sino peras contra una milanesa napolitana a caballo; y esto el FMI nunca lo ha comprendido, ni lo comprenderá; y es gran parte la explicación de por qué todos los programas con el FMI terminan mal. De hecho, es la caja de conversión ipso facto la que ha hecho que los dólares del FMI entraran por una ventana y salieran por la otra en 2018/2019 pagando el carry trade de los no residentes armados por los ministros de Macri, Caputo y Sturzenegger.

Mauricio Macri

Ahora bien, contestando algunos conceptos puntuales que Javier Milei vierte en su nota, vale la pena realizar algunas aclaraciones. Primero, si el nuevo acuerdo tiene fondos “frescos”, entonces la deuda con el FMI aumenta; y esto es lo más importante de todo. Por ejemplo y en números redondos, si al FMI se le deben usd44.000 MM y hay fondos frescos por usd11.000 MM adicionales, la deuda neta de capital con el Fondo trepa hasta usd55.000 MM. Adicionalmente, si hay estiramiento de plazos, el monto total a pagar también crecerá por mayores intereses. Hay un cambio de acreedor que es negativo, porque el BCRA deja de deberle a su único accionista y pasa a deberle al FMI, es decir; más que nada a los países más ricos y poderosos del mundo. Dentro del FMI, EE.UU. tiene el 17% de los votos, mientras que países como UK, Francia, Alemania y Japón tienen entre el 4,5% y el 5,5% de los votos, pero Argentina posee menos del 0,2%. Esta gran asimetría conduce a que los países acreedores con mayor peso relativo pasen a tener injerencia directa sobre las políticas de los países pequeños y endeudados como Argentina atentando contra la libertad. Tanto es así, que el liberalismo moderno y la escuela austriaca proponen cerrar los organismos internacionales que emanan de Bretton Woods y de las ideas de John Maynard Keynes (¡qué paradoja, JM!) como el FMI, ya que constituyen un nuevo cuarto nivel adicional de Estado que impone impuestos marginales a los ciudadanos. Del otro lado, estos organismos están formados por funcionarios y tecnócratas de elite que viven parasitariamente de los impuestos de todos los ciudadanos del mundo.

Segundo, esta nueva deuda con el FMI significará pagar más intereses y mayor tasa que las letras intransferibles que tiene el BCRA; es decir, este acuerdo con el FMI implica más gasto público e impuestos a futuro que antes del mismo. Como contrapartida y sin hacer un juicio de valor personal sobre el tema, con política de déficit fiscal 0 el acuerdo y nueva deuda con el FMI significarán un aumento a futuro tanto en tiempo como en magnitud del ajuste fiscal; es decir, prometen más fiscalización, IVA y Ganancias y/o menos defensa, seguridad, justicia, educación, salud y jubilaciones. De hecho, Javier Milei lo sincera en su nota cuando escribe “Y si así fuese, ante la necesidad de un mayor resultado fiscal el mismo lo alcanzaremos recortando el gasto”. Por el contrario, sin política de déficit fiscal 0 la nueva deuda con el FMI significaría más emisión monetaria (o deuda) a futuro, con lo cual más impuesto inflacionario en el largo plazo. Y en este punto volvemos a estar en desacuerdo con el PEN. Javier Milei comete varios errores intelectuales diferenciando entre impuestos buenos (legislados) e impuestos malos (no legislados) cuando escribe en su nota “la política querría seguir estafando a los argentinos vía inflación, lo cual no sólo es aberrante por su efecto negativo en el crecimiento, sino por cómo golpea sobre los segmentos más vulnerables de la población. También, se podría señalar que estamos cambiando impuestos explícitos por un impuesto implícito no legislado, lo cual es falso porque la deuda bruta no sube”. En primer lugar, es mentira sostener que la inflación no está legislada. La proyección de inflación, así como la emisión monetaria planeada y el impacto de la inflación sobre la recaudación de IVA, Ganancias, Combustibles y otros tributos están en todas las leyes de Presupuesto. En segundo lugar, la literatura liberal moderna es muy clara cuando sostiene que no hay impuestos buenos y malos, ya que absolutamente todos los impuestos distorsionan las decisiones económicas en relación con el libre mercado. En tercer lugar, por medio de la praxeología, el liberalismo moderno demuestra que tanto los legisladores como los burócratas del poder ejecutivo de los tres niveles de Estado no son representantes del pueblo ya que no existe ningún contrato de representación; ergo, está claro que un impuesto no es mejor ni peor por haber pasado por el Congreso. En cuarto lugar, el liberalismo moderno demuestra que lo único que importa es la masa total de recursos que el Estado le extrae al sector privado, no importa por medio de qué canal se la extrae. En definitiva, al volverse político de raza, el PEN parece haberse olvidado de los conceptos más básicos de la teoría económica que siempre había defendido.

FMI

Tercero, el PEN escribe “aparece el nuevo acuerdo con el FMI. Así, el dinero que ingrese del FMI, el Tesoro lo utilizará para cancelar parte de su deuda con el Banco Central, de modo tal que la deuda bruta no sube y en caso de que la misma se utilice para rescatar títulos cuyo valor de mercado está debajo la par, la misma caerá.” En esta frase hay dos conceptos distintos sobre el mismo tema. El primer concepto argumenta que el acuerdo con el FMI no generaría aumento de la deuda neta, porque el Tesoro recibiría (por ejemplo) usd11.000 MM de deuda nueva con el FMI y pagaría usd11.000 MM de vieja deuda con el BCRA; con lo cual el Tesoro “saldría hecho” contable y patrimonialmente. Por el contrario, el segundo concepto podría abrir la puerta a un nuevo round de contabilidad creativa que desconocemos. ¿Por qué? Porque cómo indica su nombre, las letras intransferibles del Tesoro no se pueden ni comprar, ni vender; ergo, no tienen mercado, ni valor de mercado. En otras palabras, para rescatarlas a valor de mercado hay que inventar un valor de mercado. Cuánto más bajo sea este valor de mercado inventado, los dólares del FMI rescatarán más deuda del Tesoro (en manos del BCRA) y consecuentemente, mayor sería un resultado patrimonial positivo inventado en el balance Tesoro. A modo de ejemplo, con un valor de mercado del 50%, los usd11.000 MM del FMI podrían rescatar deuda nominal por usd22.000 MM obteniéndose un resultado patrimonial positivo de usd11.000 MM. Y acá surge la gran duda y pregunta: ¿Cómo se contabilizaría y efectivizaría esta ganancia patrimonial del Tesoro? ¿Se animarían a contabilizarla en parte o en forma total cómo superávit fiscal? No lo sabemos. Esperemos que no se atrevan a tanto.

Cuarto, siguiendo con los dólares del FMI y su impacto sobre el balance del BCRA, el PEN escribe “para terminar con la inflación para terminar con la inflación no basta con trabajar sobre los flujos, sino que resulta fundamental recomponer el equilibrio de stocks (patrimonio del BCRA)”. En este punto, el presidente vuelve a mostrar conocimientos de teoría monetaria incompletos. De hecho, el liberalismo moderno ha demostrado que no sólo importa la composición del activo, pasivo y la conformación del resultado patrimonial de la hoja de balance del BCRA (preocupación de JM), sino que también es muy relevante su tamaño (ignorado por Milei): cuánto más pequeña sea la hoja de balance del BCRA, mayor probabilidad de obtener mejores resultados de política monetaria. Es decir, a igual resultado patrimonial, mejor que sea con activo y un pasivo más pequeños. Si el gobierno tuviera en cuenta esto último, el BCRA debería aplicar los dólares del FMI a la cancelación de los BOPREALES, que es una deuda del Central nominada en dólares y que paga intereses en dólares. Esta operatoria contraería el activo y el pasivo, achicando la hoja de balance del BCRA. Es más, como los BOPREALES sí tienen mercado y cotizan por debajo de la PAR, su rescate permitiría una reducción del pasivo mayor al achicamiento del activo, con lo cual el balance del BCRA no sólo se achicaría, sino que experimentaría una ganancia patrimonial que potenciaría los probables efectos positivos sobre los resultados de política monetaria a futuro. Sin embargo, el PEN no ha mencionado concretamente esta posibilidad. Por el contrario, el PEN ha repetido en numerosas oportunidades que los dólares frescos del FMI se usarían para engrosar las reservas, lo cual implica que no se aplicarían a la cancelación de los BOPREALES. En otras palabras, al menos con la información que se cuenta hasta el momento, se podría decir que el PEN supedita la mejora de la composición del balance del BCRA a sus propios intereses; y es aquí donde emerge el quinto problema.

El quinto problema es que el PEN quiere que los nuevos dólares del FMI engrosen las reservas para usarlos discrecionalmente y seguir interviniendo en el mercado cambiario con el propósito de controlar al dólar paralelo y su brecha con fines políticos en un año electoral. En este sentido, no se puede dejar sin mencionar que existe el riesgo que esta nueva deuda con el FMI termine subsidiando el dólar barato y la salida del negocio del carry trade. Pagan todos los argentinos, pero se benefician pocos. Sin embargo, este accionar del PEN revelaría por los menos diez problemas de fondo: a) el plan económico en general y la política cambiaria en particular (crawling peg al 1% mensual) son dinámicamente inconsistentes, lo cual queda en evidencia cuando se comprende que ambos para poder ser mantenidos a lo largo del tiempo necesitan sucesivas fuentes transitorias de dólares que se agotan (desahorro de los privados para pagar gastos corrientes; blanqueo, nueva deuda FMI; etc.); b) que el plan económico no está “funcionando bien”, ya que ningún plan económico que funcione bien se tiene que endeudar con el prestamista de última instancia porque ningún otro está dispuesto a prestarle; c) que el dólar paralelo y su brecha tienen en realidad tendencia creciente a futuro, exactamente lo opuesto a la convergencia monetaria socialista que planteaba Javier Milei como pre requisito para abrir el CEPO; d) que el PEN miente cuando dice que los dólares del FMI son para abrir el CEPO. No se necesita una determinada cantidad de dólares para abrir el CEPO, ya que el sistema de precios es quien conduce el sistema hacia el equilibrio; e) que el PEN quiere endeudar marginalmente a las generaciones con el FMI para seguir haciendo socialismo monetario y continuar poniendo a dedo los dos precios más importantes de la economía; el tipo de cambio y la tasa; f) que el control de precios máximo (mínimo) para el dólar (peso) va a continuar a cambio de mayor deuda con el FMI; g) que los problemas de fondo continúan creciendo debajo de la alfombra y se los tapa con nueva deuda con el FMI, revelando que el tipo de cambio de equilibrio, que se ubica en algún lado por arriba del control de precios máximo, podría elevarse más a futuro por esta maniobra; h) que el agregado monetario relevante a la hora de pensar en la dinámica potencial futura del tipo de cambio es el agregado más amplio M3; i) que la creación secundaria del dinero y la expansión artificial del crédito están lentamente un caldo de cultivo que probablemente genere problemas cambiarios y monetarios a futuro, con lo cual en el mediano y largo plazo los costos de abrir el CEPO continúan creciente subcutáneamente, j) que la segunda mitad de mandato probablemente no sea menos problemática que la primera mitad.

John Maynard Keynes

En síntesis, Javi; estas por firmar el programa número 23 con el FMI. Argentina es el principal deudor del Fondo concentrando casi el 33% de todo el financiamiento otorgado por este Organismo multilateral ideado por J. M. Keynes. Y ahora, vos, sí vos, vas a agrandar todavía más dicho endeudamiento con el FMI. Será recordada como “la deuda Milei” que pagarán los hijos que no tenés. Los anteriores 22 programas con el FMI terminaron todos mal y la Argentina se endeudó por un total de usd182.457 millones en casi setenta años. Es más, en los últimos treinta años el gobierno argentino le pagó al FMI (redondeando) usd27.000 MM sólo de intereses. Alguna vez escribimos juntos un libro titulado “OTRA VEZ SOPA”. La sopa está servida y hasta los mismos comensales están sentados a la mesa: el FMI, el ministro de Economía y el ministro de Desregulación y Transformación del Estado; igualito al 2018. Javi, ya sé que, como todo político de raza, vos estás ahora pensando “conmigo será diferente, saldrá bien”. También sé que vos te engañas y pensás que esta vez será diferente “porque ahora hay superávit fiscal”. Javi, no te engañes, no te inventes irrealidades. No hay superávit “de verdad”, sino que lo estas dibujando con la contabilidad creativa más grande de la historia de la humanidad. Además, no te olvides que el liberalismo moderno ha demostrado con praxeología que el superávit no es permanentemente mantenible bajo este régimen de gobierno en el largo plazo. El liberalismo moderno ha demostrado que la esencia de este régimen de gobierno es el gasto público y el déficit fiscal. Es más, ha demostrado que no puede haber ahorro (superávit) permanente sin propiedad privada porque no tiene sentido; y es justamente por esto por lo que no puede haber ahorro (superávit) permanente en el Estado. Además, el programa con el FMI termina en 2035. En síntesis, lo más probable es que no haya superávit en la mayor parte del programa con el FMI. OTRA VEZ SOPA, pero esta vez la servís vos, Javi.

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