En la reunión del Consejo Ejecutivo que se realizó el pasado jueves 24, y en ocasión de homenajear al Papa Francisco por su fallecimiento, se recordó su discurso durante la comida de camaradería de la Junta de Directores de Adepa del año 2006, realizada en Buenos Aires.
En aquella ocasión, el entonces arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio hizo referencia a la comunicación en sus distintas dimensiones, entre ellas la periodística, destacando que tiene la función de establecer vínculos, formar comunidad y contribuir al tejido social.
Aquí, algunas de las consideraciones más relevantes del por entonces Cardenal:
-«Ser comunicador no es meramente una función. Va más allá. Se enraiza en ese ámbito de la interioridad donde se gesta el proyecto de vida y se despliega a lo largo del camino de la existencia. Todo hombre y mujer es comunicador, pero ustedes lo son, además, por especial dedicación. Por ello escogí hablar hoy sobre la comunicación tanto en su dimensión humana como también más precisamente en lo que toca a la profesión de ustedes».
-«El fenómeno de la comunicación humana, que en nuestro tiempo ha adquirido una relevancia excepcional, se apoya sobre sorprendentes adelantos tecnológicos pero no es reducible a sólo algo técnico; se trata de un acontecimiento profundamente humano. Los comunicadores cuentan hoy con poderosos medios que les permiten llegar tanto muy lejos en el espacio como también muy profundo en el corazón de los hombres y las mujeres de nuestros pueblos».
-«No podemos cosificar el gesto comunicador y asemejar al que comunica con el que tira papelitos o reparte volantes en la calle. Comunicar es mucho más que distribuir noticias. Comunicar es la acción de poner algo en común; la comunicación humana entraña establecer vínculos entre las personas. La comunicación social comienza en personas concretas y se dirige a otras personas también concretas y, al establecer relaciones entre ellas, va formando el tejido social sobre el que se construye la vida de la comunidad».
«No es suficiente decir que la comunicación es humana cuando se establece entre seres humanos. Fácilmente podemos observar que hay un tipo de comunicación que hace al hombre más plenamente hombre y otras formas que van limitando su capacidad de actuar, sentir y pensar con libertad, con alegría, con creatividad. La comunicación es más humana cuanto más ayuda a los hombres a ser más plenamente humanos».
-«Y, porque a la Iglesia nada humano le es ajeno, ella observa la comunicación como un fenómeno de extraordinaria importancia; desde el principio de la aparición de los grandes medios ha querido hacer oír su voz sobre estos temas y también ha querido escuchar atentamente la voz de quienes por su experiencia, conocimientos y oficio conocen el mundo de la comunicación. Con humildad la Iglesia quiere ofrecer sus conocimientos y su experiencia a los comunicadores y con sinceridad quiere escucharlos. Creemos que tenemos mucha riqueza para aportarnos mutuamente».
-«Todos los que estamos aquí sabemos que en este ámbito de la comunicación social se van gestando transformaciones culturales donde las sociedades construyen gran parte de su futuro. De ahí que toda la atención que pongamos en la calidad de la comunicación es poca. No se trata sólo de eficacia, de rating o cantidad de ejemplares vendidos. Es mucho más lo que está en juego. En este mundo que llamamos ‘de la comunicación’ se siembra para un futuro venturoso de comunión o un futuro trágico de desencuentros y rupturas».
LA VERDAD
-«La calidad de la comunicación a la que tanta atención tenemos que prestar está directamente relacionada con un tema insoslayable para todo comunicador: el tema de la verdad. Se trata de una cuestión que merece consideraciones desde diversos puntos de vista: la filosofía, la teología, la filosofía de las ciencias, las ciencias humanas y muchas otras se ocupan de ella. Según los enfoques nos aventuraremos por reflexiones más o menos complejas, pero esa complejidad del tema no nos dispensa de la actitud que se espera siempre de un comunicador: la búsqueda de la verdad. El amor por la verdad».
-«Los periodistas se presentan siempre ante la sociedad como ‘buscadores de la verdad’. Quien ama y busca la verdad no permite que se la convierta en mercancía y no deja que se la tergiverse o se la oculte. Además, quien realmente se interesa por la verdad está siempre atento a las reacciones de quienes reciben la información, procura el diálogo, el punto de vista diferente. El que busca la verdad es humilde; sabe que es difícil hallarla y sabe también que es más difícil encontrarla cuando uno la busca en soledad. La verdad se encuentra con otros. La verdad se anuncia con otros. Así como falsificar la verdad nos aísla, nos separa, nos enfrenta; buscarla nos une, nos acerca, nos aproxima; y encontrarla nos llena de alegría y nos hermana».
-«La comunicación, planteada como un espacio comunitario de búsqueda de la verdad, genera bienestar en la comunidad y evita las agresiones. Se mueve entre los conflictos y las situaciones más difíciles sin agregar dramatismo e incomprensiones, con una actitud de respeto por las personas y las instituciones».
EL BIEN
-«Por ser una actividad humana la comunicación tiene otra dimensión: la persona que realmente quiere entrar en comunicación con otra puede hacerlo impulsado por distintas motivaciones. Aquí entramos en el universo de las actitudes. Las hay integradoras, constructivas. Y también las hay de signo contrario. Cuando lo que se busca es la verdad entonces también necesariamente se buscará el bien. La verdad y el bien se potencian entre sí».
-«Cuando realmente se busca la verdad se lo hace para el bien. No se busca la verdad para dividir, enfrentar, agredir, descalificar, desintegrar. Sin duda la publicación de algunas verdades puede generar reacciones y conflictos no menores, pero el buen comunicador no actúa para generar ese conflicto o esa reacción, sino para ser fiel a su vocación y a su conciencia».
-«Impulsado por la verdad y el bien encontrará con idoneidad profesional las palabras y los gestos que permitan decir lo que hay que decir de la manera más cuidadosa y eficaz. El comunicador de la verdad parcial, que opta por la parte a costilla del todo, no construye. No es necesario apartarse de la verdad para destacar lo bueno que hay en las personas. Hasta en las situaciones más conflictivas y dolorosas hay un bien para rescatar. La verdad es bondadosa y nos impulsa hacia el bien. El periodista que busca la verdad busca también lo que es bueno. Es tal la unión que existe entre verdad y bien que podemos afirmar que una verdad no bondadosa es, en el fondo, una bondad no verdadera».
LA BELLEZA
-«También es bueno recordar en nuestros días que la verdad y el bien van siempre acompañados de la belleza. Pocas cosas hay más conmovedoramente humanas que la necesidad de belleza que tienen todos los corazones. La comunicación es más humana cuanto más bella. Es cierto que según las culturas se diversifica lo que se considera bello en las distintas comunidades humanas. Pero siguiendo las formas de cada cultura es universal la necesidad y el placer de la belleza. Algo grave e inhumano ocurre si en una comunidad se pierde el gusto por lo que es bello. Una señal de alarma aparece en el horizonte cuando la vulgaridad, la vanidad, lo chabacano, no son vistos como tales, sino que pretenden reemplazar a la belleza. Se da entonces ese proceso de banalización de lo humano que termina siendo esencialmente degradante».
-«El comunicador es sensible a la belleza, la intuye y no confunde lo que es bello con lo que está de moda, o sólo es algo ‘bonito’ o simplemente ‘prolijo’. Porque es humana, a veces la belleza es trágica, sorprendente, conmovedora; en algunas oportunidades nos empuja a pensar en lo que no queremos o nos muestra el error en el que estamos. Los artistas saben bien que la belleza no sólo es consoladora, sino que puede también ser inquietante. Los grandes genios han sabido presentar con belleza las realidades más trágicas y dolorosas de la condición humana».