sábado, 21 junio, 2025

La historia del Rose Bowl, el emblemático estadio donde River jugará ante Rayados de Monterrey

Hay escenarios que trascienden los deportes que los habitan. El Rose Bowl, en Pasadena, es uno de ellos. Aunque en Estados Unidos el fútbol no ha sido históricamente una pasión dominante —y mucho menos en comparación con el fútbol americano, que también tiene su lugar en este estadio—, este coloso californiano logró colarse en la memoria global del balompié. No fue por tradición, sino por momentos que hicieron historia: finales de Copa del Mundo, gestas imborrables y una conexión inesperada con el alma del fútbol internacional. Y mañana, el River de Marcelo Gallardo sumará a su legado: disputará allí su segundo partido del Mundial de Clubes frente a Rayados.

River jugará por primera vez en el Rose Bowl.

Aunque el pueblo estadounidense se volcó históricamente hacia el béisbol, el fútbol americano y el básquet, el Rose Bowl emerge como un oasis de tradición futbolera. Construido a comienzos de los años veinte en Pasadena, condado de Los Ángeles, fue pensado originalmente para albergar el Rose Bowl Game, el primer partido de postemporada de fútbol americano universitario, que se juega cada 1 de enero desde 1902. Aquel evento fue tan icónico que el estadio terminó adoptando su nombre. Hoy, casi un siglo después, sigue en pie y fue declarado Monumento Histórico Nacional de EE. UU.

(Reuters/Kiyoshi Mio)

Inaugurado en 1922 —16 años antes que el Monumental y 28 antes que el Maracaná—, el Rose Bowl lleva más de un siglo de historia sobre sus gradas. Con una capacidad superior a los 89.000 espectadores, es el estadio más grande del continente. Pero su trascendencia no se mide solo en cifras, sino en lo simbólico. El Rose Bowl fue una de las sedes del Mundial de 1994, el único estadio de este Mundial de Clubes que estuvo presente en aquella Copa del Mundo. Allí se jugaron ocho partidos, entre ellos la eliminación de Argentina ante Rumania y el triunfo de los rumanos sobre Colombia. Y por supuesto, fue escenario de la gran final entre Brasil e Italia, aquel empate sin goles resuelto por penales que le dio el cuarto título a la verdeamarela y la imagen eterna de Roberto Baggio errando el último remate.

El partido entre Argentina y Rumania en 1996.

El penal de Baggio en la final del Mundial 96. REUTERS/Andre Camara

Pero eso no es todo: también recibió la final del Mundial Femenino de 1999, en la que Estados Unidos se consagró ante China en un estadio repleto. Junto al Rasunda de Estocolmo (final masculina en 1958, femenina en 1995), son los únicos estadios del mundo que albergaron finales de Copas del Mundo masculinas y femeninas.

Ahora, River tendrá su oportunidad de dejar huella. Por primera vez jugará un partido oficial en este estadio, y no se trata de un escenario cualquiera. Lo hará en un lugar que condensa el espíritu del fútbol global en territorio norteamericano, un espacio que ha visto a leyendas coronarse, a selecciones caerse, a miles de hinchas viajar para vivir la historia desde la tribuna.

El diseño que publicó River para anunciar su llegada a Los Ángeles.

Pasadena es calma, como si viviera ajena al vértigo de Los Ángeles, su vecina gigante. Pero este sábado, el Rose Bowl volverá a vibrar. Y River sueña con que su paso por este coloso no sea solo una anécdota más, sino un recuerdo que se adhiera para siempre al corazón de sus hinchas.

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