En los últimos dos años, fue ostensible la decisión del mandatario bonaerense Axel Kicillof de asumir el liderazgo, de manera progresiva, aun contrariando las recurrentes «chicanas» del presidente del Partido Justicialista (PJ), Máximo Kirchner y aun de su propia mentora Cristina Fernández.
En este derrotero, dos laderos se constituyeron en sus primeras espadas, marcando, «a fuego», la decisión de abrir un camino propio que, de cara al 2027, aleje la posibilidad de que la sociedad vea a Kicillof como una nueva versión de Alberto 2019.
Despegarse de la ex Presidenta, sin romper, pero definiendo claramente los roles, fue la impronta del estado mayor de Axel que definió una estrategia finalmente ganadora, que terminó siendo un claro ejercicio de una conducción política que Cristina nunca logró tener, mostrando éxitos electorales desde 2005 para acá en las que, en las elecciones de medio tiempo, se sumaron una tras otra sucesivas derrotas.
La pelea entre ambos se fue haciendo más notoria e indisimulada, aunque, luego de cada round perdido, la ex Presidenta no dudó en retroceder, aun macerando la bronca.
Ocurrió cuando pulsearon por las Primarias. Ganó Axel. Luego por el desdoblamiento. Ganó Axel. Luego por la fecha de cierre de listas. Volvió a ganar Axel.
Poco a poco, quien fue su mentora cayó en la cuenta de que cada vez le sería más difícil mantener el rol de conductora desde el cual, en su momento, lo entronizó como Ministro de Economía y luego como candidato a la Gobernación. En este caso, contra la expresa oposición de Máximo que, con el correr del tiempo, fue acentuando su espíritu crítico contra Axel.
Así fue que anoche, mientras el peronismo festejaba en La Plata, los Kirchner trataban de digerir el sabor agridulce de un triunfo sobre Milei que, en los hechos, implicaba una fuerte derrota para la ex Presidenta. Ella había vaticinado que el capricho del Gobernador llevaría al conjunto del peronismo a perder la elección.
La realidad mostró lo contrario. El Gobernador logró que los intendentes se pongan a la cabeza, muchos de ellos como candidatos testimoniales, obligados a defender el control de los concejos deliberantes y el propio territorio.
Jugó a su favor la ventaja de que, con mayor cantidad de comunas propias, y con las reglas de un sistema electoral que mantuvo la boleta de papel, el aparato peronista marcó la diferencia frente a La Libertad Avanza, que contó con el apoyo de muchos intendentes del PRO que, a la hora de la verdad, jugaron «a desgano» por el sometimiento que le impuso la estrategia del Gobierno nacional.
Hace unos meses, el presidente del PJ bonaerense, aun con fuerzas, en un acto en el club Atenas de La Plata, frente al mismísimo Gobernador, se quejó de que había dirigentes que querían construir su autoridad frente a Cristina, palabras que fueron rubricadas por la militancia de La Cámpora, que entonaron: «Si querés otra canción te presto la mía».
Ello en clara réplica a un discurso de Kicillof de septiembre de 2023, en el que había pedido empezar a cantar nuevas canciones…
A partir de allí, la brecha entre el cristino camporismo y el resto del PJ bonaerense se fue acentuando.
Anoche, con los resultados en mano, y con la imagen que dejó el palco, con el Gobernador bonaerense, en ambos flancos, con los dos dirigentes que más irritan a los Kirchner, el caso del «Cuervo» Larroque y el secretario general de la Gobernación, Bianco, sin Máximo -sugestiva ausencia por ser aún presidente del PJ-, y con un Massa relegado atrás, quedó de manifiesto que un nuevo capítulo se abre en lo que quizás fue la lectura más importante de la elección de ayer: la definición de un nuevo liderazgo en el PJ, y el hecho de que aparezca claramente visible la posibilidad de legitimar la principal candidatura de 2027.
Desde San José 1.111, hasta ayer, no hubo señales. No hubo llamados en privado de Cristina y de su hijo al gran ganador de la jornada.
Una clara muestra de que nada será fácil, aunque la dinámica de los hechos muestra que, a los casi 50 intendentes que dieron el primer paso, encolumnándose tras el Gobernador, al día de hoy se sumaron muchos más. Algunos de ellos, hasta hace una semana, del riñón de La Cámpora.
Mientras, hacia el interior profundo, el nuevo orden comienza a hacer ruido entre los cinco restantes gobernadores que le quedan al PJ y entre los jefes distritales, comienza a crecer la idea de la necesidad de recrear una conducción nacional que le permita al peronismo encarar el tránsito hasta el 2027, camino en el cual la centralidad de Cristina dejará de ser una realidad, más allá de la importancia que tenga el que logre un lugar desde donde acompañar, algo que por su carácter y temperamento no le resulta fácil.
Lo que ayer quedó claro es que el peronismo inició un nuevo camino, con una nueva canción.