A 137 años del fallecimiento de Domingo Sarmiento, la historiadora Camila Perochena explicó las diferencias entre el proyecto liberal del prócer con el de Javier Milei. “Para Sarmiento, había que modernizar la sociedad civil para que luego viniera el progreso económico, y no al revés”, afirmó en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (AM 1190).
Camila Perochena es profesora investigadora asistente de la Universidad Torcuato Di Tella en el Departamento de Estudios Históricos y Sociales. Es doctora en Historia por la Universidad de Buenos Aires y magíster en Ciencia Política por la Universidad Torcuato Di Tella. En el año 2022 publicó el libro Cristina y la historia.
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Qué día para hablar sobre Sarmiento. No solo porque es el Día del Maestro, sino por el veto al financiamiento universitario por parte del Gobierno. Milei trató de asimilar la figura de Sarmiento a él, porque a Sarmiento también le decían «el loco».
Lo cual es curioso, porque cuando un presidente habla del pasado elige qué decir. Y elegir destacar de Sarmiento sus exabruptos o su carácter -que sin duda tenía un carácter temperamental- antes que muchas otras cosas que habría para destacar de Sarmiento, también habla de la imagen que el presidente tiene de sí mismo.
Milei elige hablar de Sarmiento como loco y no del proyecto educativo sarmientino, de la visión republicana que Sarmiento tenía del liberalismo o de las ideas liberales de Sarmiento, que tienen bastantes diferencias con las ideas liberales del presidente. Siempre la memoria es selectiva, y sobre todo cuando esa memoria la ejerce un político que elige destacar ciertas cosas.
Para mí hay algo muy evidente cuando alguien dice que de Sarmiento lo que hay que recordar es que fue un loco. Sí, sin duda tenía un carácter temperamental, pero era un loco genio. Era un loco genial, era un loco con ambiciones, con utopías, con proyectos que lo hacían un excepcional.
Se dice que la diferencia entre un loco y un genio es que el genio es loco, pero tuvo éxito. Los genios tienen son rasgos fuera de la campana de Gauss. Todo genio no es ordinario en el sentido etimológico de orden que está en el medio.
Totalmente. Sarmiento es una persona que asume la presidencia con muchísimas dificultades, heredando una guerra, que era la Guerra del Paraguay, que claramente le ponía ciertos obstáculos a los proyectos que él tenía. Y, aun así, Sarmiento pudo concretar gran parte de sus proyectos, porque no es solo el proyecto educativo. Lo que tenemos que entender un poco de Sarmiento es que con el proyecto educativo venía también un proyecto inmigratorio y un proyecto ciudadano, que era cómo había que constituir a la República Argentina.
Para él era muy importante la sociabilidad democrática, no solo el régimen democrático, sino que la sociedad pueda ser más democrática. Y eso que él había estado en Estados Unidos, él había flasheado con Estados Unidos. La democracia de los farmers norteamericanos era lo que él quería emular acá. Entonces, él asume la presidencia y dice: “Yo quiero cien Chivilcoy”.
Chivilcoy había sido como una especie de experimento. Era un pueblo donde vos recibís inmigrantes, a esos inmigrantes les das una porción de tierra para que puedan desarrollar la agricultura. Para Sarmiento era muy importante el proyecto agrícola porque para él la civilización se asociaba mucho más con la agricultura que con la ganadería, con estar todos cerca, con que todos podamos tener una sociabilidad más democrática.
Y en ese mundo donde traés inmigrantes, les das una parcela para que puedan desarrollar la agricultura y ponés la educación. ¿Por qué? Porque tenés pueblos donde la gente está junta, discute, debate, hace cosas. Es decir, donde tenés una sociedad civil fuerte. La idea de él era que había que modernizar la sociedad para poder tener progreso económico. Ahí hay una diferencia importante con Milei.
Milei es un poco más alberdiano. Milei está pensando que el progreso económico eventualmente traería el progreso social. Para Sarmiento, la clave estaba en la sociedad civil. Es decir, hay que lograr modernizar esa sociedad civil y, para eso, necesitás agricultura, ferrocarriles y escuelas. Y eso eventualmente te va a traer el progreso económico, te va a generar un mercado y te va a permitir desarrollar el capitalismo.
Castoriadis planteaba que el salto de la Edad Media al Renacimiento venía con la urbanización. Eran las ciudades las que construían la sociedad moderna y las normas de cortesía. Porque las personas, cuando vivían solas, se sonaban la nariz sin mucho cuidado o comían con la mano. La urbanidad traía normas civilizatorias y que finalmente solo podía haber desarrollo en urbes.
Hay algo de eso, totalmente. De hecho, si uno recuerda el primer capítulo de Facundo, él describe los distintos tipos de gauchos con la geografía. Había algo que lo obsesionaba de la geografía argentina, y que él creía que ese tipo de geografía producía un tipo de sociedad más barbárica, si querés, que es que estábamos todos aislados. El territorio argentino es tan grande que no hay posibilidad de construir una sociedad civil tal como vos la estaba pensando.
Y “civil”, en su etimología de civitas es ciudad. O sea, no hay sociedad civil.
Exacto. ¿Qué tenemos que hacer con este territorio argentino de gente aislada? Poner pueblos, cientos de pueblos, donde haya una plaza que tenga la escuela, la iglesia, el municipio, donde la gente se reúna en esa plaza, y donde esa gente sea la que construya la propia democracia. Es decir, que no dependa solo de un Estado o de pedirle a un Estado, sino que el propio pueblo pueda construir esa democracia.
Hay que entender que el proyecto educativo sarmientino, que fue ambicioso e importante y que todos recordamos, estaba inserto en un proyecto de liberalismo republicano, donde la participación en el espacio público y la construcción de instituciones, que no solo son las de la escuela, sino instituciones que te permiten desarrollar a la sociedad civil y a la ciudadanía.
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Una cuestión particular de Sarmiento era la parte periodista de Sarmiento y pelea con Mitre, otro periodista. Eran periodistas, generales, gobernantes, típicos personajes del Renacimiento. Barracas, donde estamos produciendo este programa, era la Recoleta de principios del siglo pasado, nada más que vino la fiebre amarilla y mudó la ciudad a un lugar descampado. Cuando uno mira qué pasó en la época de la fiebre amarilla, un poco después de Sarmiento, lo que nos encontramos es que eran los periodistas los que asumieron el control de la ciudad porque los gobernantes se fueron. ¿Qué papel jugaba el periodismo en esos años gloriosos de la Argentina de fines del siglo XIX, principios del siglo XX?
Es muy importante esto que estás preguntando, porque lo que hay que entender es que el periodismo, y por ende la libertad de prensa, era parte central de la propia idea de soberanía popular. Es decir, ¿cómo se participaba políticamente?
Hilda Sábato, que estudió las repúblicas de la segunda mitad del siglo XIX, decía que los ciudadanos que participaban en esas repúblicas hacían tres cosas: votaban, tomaban las armas y participaban en la opinión pública. La idea de ciudadanía en armas era parte muy importante para defender la ciudad, para defender la República y el deber cívico, y eso era considerado legítimo.
Incluso, no solo limitándome a la Argentina, la opinión pública fue central en la propia construcción de la democracia porque la antecedió. La Revolución Francesa fue, en parte, posible porque 50 años antes de la Revolución Francesa en París comenzaba todo el surgimiento de la opinión pública en Francia, no solo con la Ilustración, sino con el surgimiento de periódicos, de folletos, con la imprenta. Los periódicos se leían colectivamente. Entonces, uno iba a un café y la gente leía un diario y discutía, y eso empezó a permitir que el pueblo tuviera una voz.
Entonces, la libertad de prensa y el periodismo se convirtieron en la forma de expresión de la soberanía popular incluso antes de que tuviéramos elecciones. Siempre fue una pata central para la construcción de la democracia. La Revolución de 1830 en París, posrevolución francesa, estalla porque hay una limitación a la libertad de prensa y son los gráficos los primeros que se levantan y dicen que la libertad de prensa es parte central de la construcción democrática.
TV/ff