Mauricio Macri mantiene su hoja de ruta. Tras un reencuentro agridulce con el primer mandatario Javier Milei en la cena de la Fundación Libertad, el expresidente esperará a que se apruebe la ley bases en el Congreso y a que se concrete de manera formal su asunción como titular de Pro -previsto para mediados de mayo- antes de ejecutar un movimiento de fichas.
Quienes más lo conocen descartan que active de inmediato un operativo para apurar la integración entre Pro y La Libertad Avanza con vistas a las legislativas de 2025. A sabiendas de que su partido quedó encerrado en un laberinto político tras el inesperado ascenso en el poder de los libertarios, Macri se enfoca por ahora en la compleja misión de lograr una reinvención de Pro y cultiva el bajo perfil para no interferir hasta que Milei ate su primer triunfo legislativo y consiga el aval a sus reformas. Por caso, aún no exteriorizó su disgusto por la nominación de Ariel Lijo para la Corte Suprema.
Está claro que Macri lidia con una tarea cuesta arriba porque Milei, con su triunfo en las urnas, desplazó al expresidente como la principal figura del espacio antikirchnerista y provocó una reconfiguración del mapa político. “Queremos recuperar, ni más ni menos, la institucionalidad del partido y que Pro vuelva a tener una voz”, deslizan en el entorno del exmandatario. El nuevo escenario le exigirá a Macri un permanente equilibrio a la hora de orientar la política partidaria o dar instrucciones a los miembros fieles de su organización.
Macri cree que el partido que fundó hace más de veinte años debe acompañar el rumbo que trazó Milei desde que llegó a la Casa Rosada, sin licuar su identidad o descuidar sus valores históricos. Por eso, el expresidente rechaza la idea de una fusión electoral con los libertarios. Si bien le abre la puerta a una eventual convergencia en 2025 -sus laderos intuyen que el acuerdo de coalición dependerá de la situación en cada distrito-, no planea apurar los tiempos ante el enigmático esquema de toma de decisiones de los libertarios y la resistencia que muestran los armadores de Milei -desde su hermana Karina o los Menem- a discutir un acuerdo de integración para repartir altos cargos públicos en el Congreso o el Gobierno. “Está todo en stand-by hasta que salga la ley Bases”, asegura un hombre de confianza del expresidente.
El abrazo entre Milei y Macri del miércoles último en el salón del Goldencenter no implica un ejercicio de acercamiento. Ambos preservan un diálogo fluido y un respeto mutuo, pero mantienen una distancia prudencial pese a los guiños que intercambian en la esfera pública. La sociedad entre macristas y libertarios ingresó en un estado de frialdad. “Hablan, pero después no pasa nada, no hay avances concretos. Ellos dicen que en el Gobierno están Caputo y Patricia o que un 60% de los funcionarios son de Pro, pero son acuerdos personales”, comentan allegados a Macri.
De hecho, el Presidente volvió a enviar señales ambivalentes respecto del vínculo que imagina con Pro a lo largo de su controvertido discurso en el mitin organizado por el think tank liberal. Por un lado, apenas se ubicó detrás del atril, saludó con estima a Macri, a quien llama “presi”. Y, por otro, volvió a resaltar su admiración por la labor de Patricia Bullrich, su ministra de Seguridad y adversaria de Macri en el universo de Pro, y a cuestionar la gestión económica de Cambiemos. En pleno discurso, Milei se despachó: dijo que la intempestiva salida del “coloso” Federico Sturzenegger del Banco Central en diciembre de 2017 marcó un quiebre en el rumbo de la gestión de Macri y “gatilló el regreso del kirchnerismo” al poder. ¿Un desplante y un ninguneo a Macri?
Los dichos del líder de LLA provocaron un fuerte disgusto en el círculo íntimo de Macri. “Fue un papelón. Se ve que no tenía un buen día el señor Presidente”, se despacharon miembros de la vieja guardia de Pro.
Macri, quien había felicitado a Milei por encabezar una “batalla épica” para recuperar las libertades, quedó en un segundo plano ante el interés que despertó el Presidente ante los empresarios y dirigentes invitados tras hacer una entrada triunfal en el Goldencenter. Se retiró de la cena junto a su esposa, Juliana Awada, y viajó a Europa, donde se mostró junto a su amigo Khaldoon Al Mubarak, dueño del Manchester City, y el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez.
Por ahora, disimula sus diferencias con el gobierno de La Libertad Avanza -sobre todo, las deficiencias que le describen a diario los integrantes de su antiguo Gabinete en la implementación de las medidas o los ataques a la prensa y la apuesta por la candidatura de Lijo- y su incomodidad por la escasa influencia que tiene en el Gobierno. Y se enfoca en recomponer a Pro y ordenar su tropa. El distanciamiento con Bullrich fue evidente en el cónclave de la Fundación Libertad: apenas se saludaron.
A mediados de mayo Macri prevé encabezar un acto para asumir como nuevo presidente de Pro tras el pacto de unidad con el bando de Bullrich. Sus colaboradores más cercanos -desde Fernando De Andreis hasta el exsenador Humberto Schiavoni– preparan una convocatoria amplia. Quieren reunir no solo al Consejo de Pro, sino a los gobernadores Rogelio Frigerio (Entre Ríos) e Ignacio Torres (Chubut) e, incluso, Bullrich, que será la titular de la Asamblea Nacional, para escenificar el regreso de Macri a la jefatura de Pro. Podría también armar un panel con economistas para darle “contenido” al evento y planean presentar una mesa de conducción. También apuestan a reactivar la Fundación Pensar y la Escuela de Dirigentes. Ese día, anticipan en la cúpula partidaria, Macri bajará los lineamientos de cara al futuro.
En los últimos días Macri se mantuvo activo para informarse sobre los avances de las negociaciones en el Congreso para aprobar la nueva ley bases y el paquete fiscal. Cristian Ritondo, jefe de bloque de Pro, fue su interlocutor.
En el macrismo anticipan que después de que Macri asuma formalmente como sucesor de Bullrich y el Gobierno consiga la sanción de la versión acotada de la ley ómnibus, el Pro comenzará a tomar la iniciativa para diferenciarse de Milei con proyectos parlamentarios. Ritondo conduce una bancada de 37 miembros, donde conviven macristas, bullrichistas y larretistas. Hasta ahora abrazaron incondicionalmente al oficialismo, pero, en caso de que el Presidente logre la sanción de la ley bases, el sector macrista planea motorizar iniciativas propias en materia institucional o educativa para desmarcarse de los libertarios y consolidar la identidad del partido. En el seno de la bancada admiten que lidiar con una encerrona: apoyan el rumbo ideológico, pero mantienen disidencias cada vez más sonoras con la Casa Rosada. Los macristas no son talibanes de Milei como Bullrich, quien se convirtió en un soldado de la causa libertaria y empuja la idea de una fusión electoral.
Entre los seguidores de Macri despotrican por la falta de retribución de Milei al apoyo legislativo de Pro. Por caso, se quejan de que Luis Caputo aún no giró los fondos de coparticipación a Jorge Macri, pese a que la Nación reconoció el fallo de la Corte Suprema. Cerca del exmandatario no descartan que el conflicto escale, pero esperan una solución consensuada antes de junio, el deadline que fijó el jefe porteño.
Quienes visitaron a Macri en las últimas semanas lo notaron convencido de que debe apoyar la batalla cultural que impulsa Milei para achicar el peso del Estado y desregular la economía. Suele repetir ante sus interlocutores que el Presidente es “brillante”, pero percibe falencias en el control de la gestión y un déficit en la articulación política. Cerca de Macri notan “torpeza” o “incompetencia” en el manejo de la botonera del Estado para desactivar conflictos, como la marcha universitaria. “Es una picardía porque están teniendo logros en el ordenamiento la macro y la gente lo banca, pese a que al ajuste es mucho más drástico que con Mauricio”, apunta un macrista paladar negro.
Macri aguarda su momento. Considera que Pro tiene un chance para reconstruir su capital político y recuperar terreno. ¿Visualiza una posibilidad de regresar al poder en 2027? Por lo pronto, entre los dirigentes de Pro corrió una incógnita esta semana: la chance lejana de que Macri pueda ser candidato a senador en la Capital en 2025. Cerca del expresidente afirman que no analizan esa posibilidad, pero admiten que Macri mide bien en las encuestas porteñas.