sábado, 19 octubre, 2024

Mauricio Macri avanza en la captura del Gobierno

Como un pacman criollo, el PRO se comió dos ravioles más del gabinete Milei. Raviol es el nombre que le dan los burócratas a los casilleros en el organigrama del Estado. Esta vez fueron dos posiciones centrales, la secretaría de Energía y la secretaría de Relaciones Exteriores.

Macri y Patricia las capturaron del marasmo del gabinete de Milei para solucionar fracturas de fondo en dos ministerios. El renunciante Eduardo Rodríguez Chirillo está enfermo desde que asumió el cargo en 2023. Allegado a Caros Bastos, mago de las privatizaciones menemistas hace 30 años, Chirillo chocó con Toto Caputo desde el comienzo.

Tanto que el gobierno debió nombrar un mediador para administrar las relaciones entre los dos. Esa fractura perforaba la agenda más ambiciosa del gobierno que es convertir en menos de una década a la Argentina en exportadora de energía por un volumen de divisas superior a las que hoy aporta el campo.

La crisis en la Cancillería compromete el programa de integración del país al club de Occidente- como si alguna vez la Argentina se hubiera alejado de esa membresía imaginaria. Los roces entre la agenda técnica de Chirillo y la financiera de Caputo empastaron la ruta y creció la sombra de los cortes de energía el próximo verano.

Esa circunstancia y la viscosa política de tarifas sirvió para que el gobierno cediera una de las carteras principales al PRO, que proveyó el reemplazo. María del Carmen Tettamanti viene de una empresa de Alejandro Macfarlane, que integra el círculo íntimo de Macri.

Es uno de los auspiciantes de las campañas de Macri como expresidente, junto a otros hombres de negocios off-shore que vigilan la política criolla, como los emigrados de Rosas, desde Montevideo.

Clásico: Milei bueno, el entorno malo

En el almuerzo de Sarasanegro (fino restó de Mar del Plata) del jueves a mediodía, Macri aclaró algunos matices sobre su relación con el gobierno a partir de lo que entiende es una nueva etapa de mayor acercamiento.

Hace más de dos meses le había propuesto a Milei que Emilio Apud, que fue funcionario del gobierno de Juntos por el Cambio, actuase como nexo entre el PRO y este gobierno para el tema energético. Apud actúa desde la Fundación Pensar y es público que ha rechazado asumir cargo alguno. Eso le abrió la confianza de las dos partes para intermediar junto a Daniel González (coordinador de las áreas de energía y minería) entre Chirillo y Caputo.

Una recaída del estado de salud de Chirillo lo convirtió en el eslabón más débil de una cadena ya frágil de origen, y permitió que el PRO de Macri se quedara con la administración la energía. El almuerzo fue convocado por el empresario off-shore y ex recaudador de Milei Eduardo Bastitta.

Moderó el diálogo el empresario Gastón Remy y Macri repitió la letanía de sus duelos ante el gobierno: 1) apoyarlo a Milei en la macro, 2) observar con severidad las falencias de la gestión, 3) no bajar ninguna bandera ideológica, 4) no dejarse atropellar por el entorno antimacrista de Milei.

Ese entorno consiente que el PRO se quede con áreas del gobierno, pero rechaza la injerencia política de Mauricio. Los funcionarios que entren deben jurar observancia a Milei y abjurar de Mauricio. El entorno antimacrista lo encarnan Patricia Bullrich, Guillermo Francos, Lisandro Catalán y Sebastián Pareja. Son los encargados de armar alianzas electorales con quien fuera, incluyendo al PRO, pero sin Macri. Traducido, significa que les importa más la política – es decir el poder – que la gestión.

Un macrismo sin Macri

Como en las tramas más clásicas, Macri reconoce los gestos amistosos de Milei y los diferencia del círculo que lo rodea. Escucha a Milei cuando le dice que es oportuno ir juntos a las elecciones el año que viene. “-Sacamos el 60% de los votos”, lo ilusiona.

Macri está dispuesto a andar ese camino, pero si es al costo de sacarlo del medio a él, reconoce que La Libertad Avanza encarna un nuevo FrePaSo. Como ocurrió con esa fuerza en los años ’90, se trataba de un conjunto de carismáticos – acá hay uno solo, Milei – que querían aprovechar la plataforma de los grandes partidos para prosperar.

En este caso, LLA quiere ir con el PRO para quedarse, abrazados a Milei y repudiando a Macri, con las mejores posiciones en las listas. Replican aquella chanza que se le atribuía a los chachistas cuando llamaban a los radicales a aliarse: ustedes pongan el mar, que nosotros ponemos los barcos.

Las explicaciones de Macri ante el medio centenar de empresarios que se reunieron en Sarasanegro marcan una diferencia por la mayor dependencia del gobierno respecto del PRO. Se justifica que Mauricio se hiciera acompañar por entornistas íntimos como Jorge Triaca, Fernando de Andreis y «Pancho» Cabrera, y economistas como Hernán Lacunza.

Milei para cada solución tiene un problema

El entendimiento objetivo de Mauricio y Patricia bajo el paraguas de gobernanza de Milei es la otra novedad. Ya produce frutos, como el nuevo vicecanciller, otro bocado en la deglución del mileísmo por parte del PRO.

Se va el vicecanciller Leopoldo Sahores, como un coletazo de la salida del representante en la ONU Ricardo Lagorio, enfrentado con las posiciones del embajador en Washington Gerardo Werthein en torno al posicionamiento estratégico de la Argentina. Lagorio aconsejó que la Argentina votase a favor del ingreso en la ONU de Palestina, país donde tiene una embajada. O que por lo menos se abstuviese.

También opinó que era un error apartarse del Pacto para el Futuro. Este funcionario acató las instrucciones de Buenos Aires a regañadientes, pero fue relevado del cargo. Sigue en Nueva York a la espera de la notificación, pero ya recibió la explicación de las razones: no cuenta con la confianza de Werthein, que es quien manda.

Lagorio fue parte del grupo multipartidario de diplomáticos que formularon antes de 2015 una agenda de política exterior para Juntos por el Cambio. Fue el embajador de Macri en Rusia. Mondino y Franco debieron simular indiferencia el miércoles pasado, cuando el embajador de Alemania Dieter Lamlé aleccionó al gobierno argentino para revise su decisión de disociarse del “Pacto para el Futuro”.

Este acuerdo, aprobado por 183 países, persigue metas para mejorar la agenda de igualdad, derechos humanos, y combate al terrorismo. Fue en la fiesta en homenaje a la unificación de Alemania en la residencia del embajador alemán.

La afición por provocar debates domésticos sobre la agenda global lo lleva a correr el riesgo de apartarse de la neutralidad y de los consensos globales. Parece responder a aquella chanza de Borges sobre el carácter rabioso y taciturno de Ernesto Sábato: para cada solución – bromeaba – Sábato tiene un problema. Lo mismo hace Milei.

Macri factura el apoyo a los vetos

Este avance del PRO sobre el gabinete es la recompensa por su apoyo para sostener los vetos a las leyes de movilidad jubilatoria y de financiamiento de las universidades. Pudo negociarlo Macri con Santiago Caputo antes de viajar a los Estados Unidos.

Él mismo levantó el precio de ese apoyo, cuando dijo que apoyaba a la educación pública e instaló la duda sobre si el PRO apoyaría el veto o no. Era obvio que lo haría, porque el bloque había rechazado la ley de financiamiento. ¿Para qué creó la duda? Ahora pasa la factura.

Hay seguramente más, como que Cristian Ritondo ascendió a la mesa de decisiones del Congreso. También que le prometieron darles a los gobernadores del PRO lo que piden. Algunos legisladores se retiraron del recinto para proteger el veto a pedido personal de Macri.

Las ilusiones de la boleta única

A menos de un año de las legislativas del año que viene, el frenesí organizativo le pone adrenalina a todos los partidos. Tocan el 19 de octubre de 2025, con PASO el 2 de agosto. La novedad de la aprobación de la Boleta Única puso a los spin doctors y demás variedades del asesoramiento político en modo reflexivo, para decidir a quien le conviene y a quien no este sistema.

El sistema electoral argentino, recortado sobre el formato de la Ley Sáenz Peña (1912) debe ser uno de los más eficaces. Convive con un prejuicio que afirma que el sistema de elección determina los resultados, cuando en realidad quien domina la política domina sobre el propio sistema de elección.

El mismo sistema que lo hizo presidente a Lula da Silva, había hecho antes presidente a Jair Bolsonaro. En la Argentina, el mismo sistema hizo presidentes a los Kirchner, a Macri, a los Fernández y a Javier Milei. La reforma aprobada por el Congreso trae un ahorro y refleja la declinación de los partidos políticos como herramienta. No es algo exclusivo de la Argentina. Es un proceso mundial.

Los partidos entraron en la Constitución Argentina de 1994 como un intento de los pactistas de aquella reforma de echarles un salvavidas. Los partidos heredados se acomodan a esa declinación y son hoy el eje de las coaliciones, entre las que se sindica el 80% del electorado argentino.

Ambiciones que matan

La pulseada interna en el peronismo por designar un nuevo presidente, y el resultado que dio ganador al sector de Maxi Abad en las internas por la conducción de la UCR de Buenos Aires, ilustran sobre los nuevos ingredientes a tener en cuenta para las elecciones que se vienen.

El más elemental es si un gobernador puede ejercer con eficacia, a la vez su cargo y la conducción partidaria. La función de candidato de un gobernante choca muchas veces con la de jefe partidario. La tarea consiste en arbitrar las contradicciones dentro del conjunto. Se paga caro esta disfuncionalidad.

La presidencia de Martín Lousteau ha llevado a la UCR a profundizar un cisma que agrava las divisiones, ahora que sus referentes bonaerenses fueron derrotados por Abad.

Las necesidades de su banca, y la candidatura a repetirla (a la que aspira), se contradicen con los intereses del bloque que integra, y con los del resto del partido en el orden nacional. No lo ayudó tampoco mucho a Gerardo Morales ser gobernador de Jujuy y a la vez presidente de la UCR, y después candidato a vicepresidente. Tampoco la ayudó a Patricia Bullrich ser presidente del PRO.

Se quedó fuera del ballotage y le hizo perder a su coalición 18 puntos porcentuales de votos sin gobernar. Sólo por hablar por radio y aparecer en la TV. Ni qué decir de la suerte del peronismo gobernando y en elecciones, con Alberto Fernández de presidente del PJ.

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