viernes, 14 marzo, 2025

Un correntino de 24 años desapareció tras la tormenta en Bahía Blanca

La madre no duerme. No puede. Pasó casi una semana desde la última vez que su hijo le contestó un mensaje. En la capital de Corrientes, donde vive, su teléfono suena cada tanto, pero nunca con la noticia que espera. La hermana, desde Bahía Blanca, sigue recorriendo la ciudad con una foto en el celular. “Es mi hermano, lo estamos buscando”, repite a cada persona que la escucha. No hay rastro. No hay indicios. Solo el eco de la desesperación familiar que se multiplica con cada llamada sin respuesta.

Joel Alfredo Meza nació en Corrientes hace 24 años. Creció sabiendo que el trabajo era la única forma de salir adelante. Aprendió de todo: albañilería, cocina, cualquier oficio que le permitiera ganarse un sueldo digno. Quería un futuro mejor y Bahía Blanca se presentó como una oportunidad. Un empleo en el campo, una chance de empezar de nuevo.

Viajó con la esperanza de que el esfuerzo diera frutos. Pero desde el 7 de marzo, cuando en Bahía Blanca se desató la peor tormenta en su historia, su nombre dejó de ser parte de la rutina y pasó a las lista de personas buscadas. La historia de Meza, como la de tantos otros, quedó atrapada en la tormenta.

“La última vez que habló con su hermana le dijo que iba a un campo, en General Daniel Cerri. Desde ahí, no supimos más nada”, cuenta su padre, Roberto, a LA NACIÓN. No pueden explicárselo. El celular, sin señal. El silencio, absoluto.

Joel partió solo. Su hermana estaba en Bahía Blanca y su hermano en Punta Alta. Había terminado la secundaria en Corrientes y sentía que allí no tenía opciones. Se animó a probar suerte en el sur de la provincia de Buenos Aires, con la esperanza de encontrar estabilidad económica.

“Él le mandó un mensaje a su hermana y le dijo que tenía trabajo en un campo. Fue lo último que supimos”, repite su padre, con la voz quebrada. Desde entonces, la familia revuelve contactos, rastrea nombres, busca testigos que puedan decirle qué pasó después de ese mensaje.

La tormenta llegó ese mismo día y fue la más fuerte en años. El temporal que azotó Bahía Blanca el viernes pasado dejó un saldo devastador: 16 víctimas mortales confirmadas. Inicialmente, los reportes oficiales indicaban que cerca de 100 personas estaban sin localizar, pero, según el fiscal general de Bahía Blanca, Juan Pablo Fernández, ya se logró determinar el paradero de todas ellas. Aun así, no se descarta que puedan surgir nuevos casos. Mientras el suministro de energía comienza a restablecerse en algunas zonas céntricas, en localidades como General Cerri e Ingeniero White la situación sigue siendo crítica.

La familia Meza radicó la denuncia ante la policía, pero la fiscalía es la encargada de localizar a las personas fallecidas o desaparecidas. Desde allí aclararon que no han recibido denuncias formales sobre casos sin registrar y explicaron que cualquier persona que haya visto algo o que aún no haya encontrado a un familiar debe reportarlo. “Los que dicen haber visto fallecidos que no fueron informados, en ningún momento se presentaron a denunciar tal situación. Que se acerquen inmediatamente a Estomba 127, donde les tomaremos declaración, o que llamen al 911 para que quede registrado y podamos proceder en consecuencia. A todos los que afirman eso, que vayan a la fiscalía, les recibimos toda la información en el momento, también por mail”, indicó el fiscal.

Ante la posibilidad de que existan desaparecidos que no hayan sido detectados por los canales oficiales, Fernández explicó que se realizarán relevamientos en los próximos días. “Va a llevar tiempo, no es sencillo”, advirtió.

“Como si se lo hubiese tragado la tierra”
“No sabemos si llegó al campo, si quedó atrapado en la tormenta, si alguien lo vio después. Nada. Es como si se lo hubiese tragado la tierra” hermana de Joel, Sol, que es policía en Bahía Blanca y busca por su cuenta lo que las autoridades todavía no encuentran.

Las horas pasan, y con cada una, la angustia crece. No hay noticias de Joel en hospitales, en comisarías, en refugios. “Hicimos denuncias, hablamos con la policía, buscamos en los lugares donde podría estar”, dice su padre a este medio.

En la búsqueda, la familia va reconstruyendo lo que podría haber pasado. ¿Llegó al campo? ¿Alguien lo vio después? En medio del desastre, muchos quedaron incomunicados. Pero la mayoría reapareció. Joel no.

La policía trabaja con las últimas pistas. Revisan cámaras, rastrean llamadas, pero por ahora no hay respuestas.

“Nosotros no queremos otra cosa más que encontrarlo. No importa cómo, solo queremos saber qué pasó”, dice su hermana, con la voz cargada de cansancio. “Algo tiene que haber pasado”, agrega.

Mide 1,83 metros, tiene ojos claros y casi no le queda pelo. Siempre usa gorra. Tiene 24 años, es soltero y trabaja desde joven. Salió en busca de una oportunidad y se perdió en medio de la tormenta. “La hermana está desesperada, averiguando por sus propios medios”, dice su padre. “Nosotros también. Lo único que queremos es que vuelva a casa”, completa.

En medio de una ciudad que intenta levantarse después del desastre, una familia sigue esperando. La tormenta pasó. Pero la incertidumbre, para ellos, todavía no termina.

Un rostro entre muchos
Joel no es el único desaparecido. La tormenta dejó un caos difícil de ordenar, y su caso no es el único que mantiene en vilo a las familias. Entre los desaparecidos también está el de Germán Villegas, un hombre que vive en situación de calle y cuyo paradero sigue siendo un misterio. Sus sobrinos, que lo buscan desesperadamente, desconocen qué pudo haberle ocurrido tras la tormenta. Desde el primer día, han recurrido a las redes sociales para intentar localizarlo, compartiendo fotos y pidiendo cualquier información que ayude a encontrarlo.

Mientras tanto, las familias de los desaparecidos afirman a este medio que no han detenido la búsqueda de sus seres queridos. Cada día se suman nuevos datos, testimonios e indicios que alimentan la esperanza de hallarlos con vida. Las listas con nombres y descripciones se actualizan constantemente; algunos rostros logran reencontrarse con sus familias, pero otros siguen en la incertidumbre. En redes sociales, los pedidos de ayuda no cesan, y cada publicación se convierte en un grito de angustia y de espera, en la esperanza de obtener una respuesta.

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