viernes, 8 agosto, 2025

Tomates a pérdida: productores tiran cosechas y piensan en abandonar

Productores de tomates en Goya y otras regiones del país enfrentan precios de venta que no cubren ni la mitad de los costos de producción. Evalúan abandonar la actividad, mientras toneladas de alimentos terminan descartadas o regaladas.

La crisis que atraviesan los productores de tomate en Goya y otras zonas hortícolas del país pone en evidencia el desbalance estructural del mercado. En plena temporada de cosecha, se pagan entre $3.000 y $5.000 por cajón de 20 kilos, un valor que no alcanza para cubrir los costos de producción, estimados en al menos $10.000 por unidad. Frente a este escenario, muchos productores evalúan regalar o descartar toneladas de frutas para evitar mayores pérdidas.

Miguel Tomasella, referente del sector en la región de Santa Lucía, contó que el pasado viernes tiró 60 cajones de tomates porque no logró venderlos. Según explicó, en algunas zonas de comercialización, como centros de distribución y mercados centrales, directamente rechazan los envíos por estar “muy maduros”. A esta situación se suma un argumento recurrente de las verdulerías: una supuesta sobreoferta interna que tira los precios por el suelo.

En este contexto, los horticultores barajan realizar una entrega gratuita de tomates en la rotonda de acceso a Goya, como ya ocurrió en años anteriores. La acción buscaría evitar el desperdicio de alimentos y, al mismo tiempo, visibilizar el drama que atraviesan los productores. “Estamos con el ánimo por el piso. No sé si seguiré cosechando. Necesito recibir unos $15.000 por cajón para salvar la campaña”, advirtió Tomasella.

Más allá de la crisis de precios, lo que preocupa es la falta de respuestas oficiales. Ni el gobierno nacional ni los provinciales o municipales tomaron medidas para contener la situación. En medio de este abandono, los chacareros enfrentan solos un mercado volátil, donde la lógica del libre comercio se impone incluso a costa del trabajo y el alimento.

La paradoja se agrava al considerar que, mientras en algunas zonas se descarta la producción, en otras partes de Corrientes los merenderos y comedores comunitarios solicitan donaciones para alimentar a familias enteras. Según Tomasella, incluso productores de zapallito tuvieron que eliminar parte de su cosecha por no poder venderla.

El drama no es exclusivo de Goya. En Jujuy, por ejemplo, los horticultores atraviesan una de las peores campañas de los últimos años. Vicente Martínez, de Fraile Pintado, indicó que desde octubre de 2024 el precio del cajón de tomate no supera los $4.000, mientras producirlo cuesta $10.000. “No cubrimos ni los insumos. Así no se puede seguir”, lamentó.

Entre las causas del derrumbe de precios se menciona la sobreproducción nacional y la importación de tomate desde Bolivia y Chile. Esta combinación genera una mayor oferta en el mercado interno que beneficia a los consumidores, pero deja a los productores al borde del colapso. La caída de márgenes no solo compromete las campañas actuales, sino también la continuidad de la actividad.

La posibilidad de un desabastecimiento futuro ya no es una hipótesis. Si los productores abandonan el cultivo de tomate por falta de rentabilidad, el impacto se sentirá en las góndolas con subas de precios. Lo que hoy se tira por falta de valor, mañana podría faltar en las mesas argentinas. Sin políticas activas de protección al productor, el ciclo de la crisis solo se profundiza.

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