El salón de la Legislatura fue, por un momento, el kilómetro cero de la próxima gestión. Con el diploma en mano entregado por la Junta Electoral, Juan Pablo Valdés dejó de ser una promesa electoral para convertirse, formalmente, en el Gobernador electo que tomará las riendas de la provincia el próximo 10 de diciembre.
A su lado, Pedro Braillard Poccard recibió su credencial de Vicegobernador, revalidando su rol de «garante institucional» del modelo. Un socio estratégico del radicalismo que supo mostrar madurez política a la hora de asegurar la gobernabilidad en un escenario de alto voltaje electoral que provocó chispazos dentro del oficialismo con otros actores de peso que ya no forman parte de Vamos Corrientes.
La foto es potente no solo por los nombres, sino por lo que representan. La dupla Valdés-Braillard simboliza la amalgama perfecta que buscó la alianza Vamos Corrientes: la renovación generacional y la energía ejecutiva de Juan Pablo, equilibrada con la «cintura» política y la trayectoria de Estado de Braillard, un hombre que conoce los despachos del poder como pocos en la provincia.
EL «BLINDAJE» LEGISLATIVO
A diferencia de otros gobernadores que asumieron debiendo negociar ley por ley desde el primer día, Juan Pablo Valdés se sentará en el Sillón de Ferré con un respaldo legislativo envidiable, casi una «Ferrari» política lista para acelerar.
La estructura oficialista con la que contará es abrumadora:
- En el Senado: tendrá a su propio hermano y antecesor, Gustavo Valdés, custodiando la mayoría calificada.
- En Diputados: contará con Eduardo Tassano y «Cuqui» Calvano, dos gestores de confianza, manejando los tiempos del recinto.
Esta «doble llave» en la Legislatura le garantiza al gobernador electo la aprobación de presupuestos, endeudamientos y leyes orgánicas sin depender del humor de la oposición peronista ni de las maniobras del liberalismo o del colombismo residual. Es, en términos prácticos, una gobernabilidad blindada.
LOS DESAFÍOS: GOBERNAR CON LA VARA ALTA
Sin embargo, tener los votos no significa tener el éxito asegurado. Juan Pablo Valdés asume con desafíos de calibre grueso.
- La vara de la gestión anterior: deberá mantener el ritmo de obra pública e inversión que impuso Gustavo Valdés, pero en un contexto nacional (Milei presidente) donde la «canilla» de fondos federales sigue cerrada o gotea a cuentagotas.
- La demanda social: con una economía nacional que busca estabilizarse pero que golpea el bolsillo, la provincia deberá actuar como dique de contención social y salarial para los estatales.
- La identidad propia: políticamente, el desafío de Juan Pablo será construir su propia impronta de liderazgo, demostrando que puede conducir el barco no solo por ser «el hermano de», sino por su propia capacidad de gestión y visión estratégica.
EL ROL DE PEDRO: EL COPILOTO DE LUJO
En este esquema, la figura de Pedro Braillard Poccard cobra un valor estratégico. El vicegobernador (que repite en el cargo, pero con nuevo compañero de fórmula) será fundamental para presidir un Senado que promete ser un «campo de batalla» político entre Gustavo Valdés y Ricardo Colombi. La templanza y el respeto que Braillard impone en el recinto serán el aceite necesario para que los engranajes institucionales no rechinen ante la interna radical.
Con los diplomas ya en las vitrinas, la transición entra en su semana final. Juan Pablo Valdés tiene el mandato, tiene el equipo y tiene los números. A partir del 10 de diciembre, dependerá de su muñeca demostrar que la «Nueva Era» es mucho más que un eslogan de campaña.
