Qué difícil hablar del hombre que llegó a ser finalista post mortem del ciclo El gen de los argentinos, un programa de Mario Pergolini que elegía al personaje argentino que mejor representaba nuestra idiosincrasia” (¿Lo que los argentinos somos o lo que quisiéramos ser?) Eso fue en 2007 y René Favaloro, sanmartiniano a ultranza, salió segundo detrás del General José de San Martín. Parece una coincidencia, pero no lo es.
El 29 de julio de 2025 se cumplen 25 años del fallecimiento del cardiocirujano René Favaloro. Ese día del año 2000, el corazón de toda la Argentina se paró, pero el del argentino que había inventado el bypass aortocoronario con la vena safena -un procedimiento que aún hoy prolonga la vida de los corazones enfermos- se había roto hacía bastante tiempo atrás.
Recuerden que llegué a los 77 años. No aflojen, tienen la obligación de seguir luchando por lo menos hasta alcanzar la misma edad, que no es poco”
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La Fundación Favaloro, que él mismo creó y por cuyas deudas se cree que se quitó la vida, estima que, desde 1967 hasta hoy, más de 55 millones de personas se beneficiaron con esa técnica revolucionaria que implementó el médico fanático de Gimnasia y Esgrima, que había nacido en La Plata, el 12 de julio de 1923, en una casa bastante pobre, pero con el corazón muy grande.
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300 papers médicos sobre asuntos del corazón, dos investigaciones históricas sobre el General José de San Martín y 9 obras literarias, incluidas dos autobiografías (De la pampa a los Estados Unidos y Recuerdos de un médico rural) son solo minucias al lado del agradecimiento con el que recibía las gallinas que le regalaban sus pacientes más pobres, los paisanos. Muchas generaciones de argentinos crecimos escuchándolo contar por televisión, una y otra vez, anécdotas rurales que desnudaban la mirada ética en el ejercicio de la medicina y esas ganas tremendas de darlo todo por el país y la Universidad pública que lo habían formado.
René Favaloro hablaba dando lecciones y era de una época en la que, en Argentina, nadie mencionaba públicamente lo que todos sabían: la práctica ilegal del aborto. René Favaloro no esquivaba el tema; siempre quiso sanar a sus compatriotas:
“Legalizar no quiere decir que estemos autorizando a que todo el mundo se haga un aborto, sino que, ante ciertas circunstancias, la pobre desgraciadita que no tiene ningún recurso no caiga en ese trasmundo horroroso que la puede llevar a la muerte. Porque no se muere una, se mueren cantidades allí. Por el contrario, la niña privilegiada de una familia con guita va a una clínica de prestigio, se lo hacen sin que nadie se entere y a la tarde puede ir a un baile, si quiere, porque ya todo pasó. Esa desigualdad a mí no me gusta”, aclaraba.
Su audacia era subyugante. René Favaloro trabajó toda su vida para sanar corazones rotos, hasta el día en que, después de mucho rumiarlo, decidió romper el suyo, una noticia terrible en sí misma, recargada por el simbolismo que portaba.
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René Favaloro entregó su corazón
En el año 2000, René Favaloro también tenía poderosas razones para vivir: un año antes, había redescubierto el amor y planeaba casarse con Diana Truden, su secretaria en la Fundación. Cuarenta y seis años de edad los separaban, pero sus corazones estallaban de felicidad.
“Diana: ha llegado el momento de la gran decisión. Tú no eres culpable de nada. Mis proyectos se han hecho pedazos. No puedo cambiar los principios que siempre me acompañaron. Creo que la Fundación se derrumba. No podría aguantar como testigo lo que construí, con tanta fuerza, ahora su destrucción. Estoy cansado de luchar y luchar. Remando contra la corriente en un país que está corrompido hasta el tuétano. Tú eres testigo de mi sufrimiento diario. Te agradezco todo lo que me has brindado. Particularmente en este último año. Nunca podrás imaginar cuánto te he amado (…) Sé que te recuperarás porque eres fuerte. El tiempo lo arregla todo”, decía la carta de despedida a su prometida, una de las siete que dejó escritas. Ese día habían almorzado juntos.
Antes de apretar el gatillo frente al espejo de su baño, el 29 de julio de 2000, René Favaloro sintió que el corazón le estallaba en varios sentidos.
Sus cartas finales dejaron en claro que una de las principales razones que lo llevaban a tomar la decisión era la crítica situación financiera de la Fundación Favaloro (1975) y la imposibilidad de cobrar las deudas que distintos organismos públicos y obras sociales sindicales tenían con ella.
El PAMI, entonces dirigido por Víctor Alderete, era sólo uno de sus deudores, no el único. Fernando de la Rúa era por entonces el Presidente de la Nación; el radical Héctor Lombardo, el Ministro de Salud y Acción Social; Horacio Rodríguez Larreta, interventor del PAMI por el peronismo; y el ex médico veterano de la Guerra de Malvinas, Julio Municoy, presidente de IOMA.
Tocando todas las puertas, Favaloro llegó hasta Rafael Bielsa, que por entonces dirigía la Sindicatura General de la Nación (SIGEN). Bielsa intervino en el litigio pidiendo por escrito al PAMI que aceptara el reclamo del médico, reconociera la deuda y la saldara. Y que si no podía hacerlo, se iniciara la «conciliación obligatoria» entre las partes.
“El PAMI todavía no tiene verificada esa deuda y precisamente mañana tenemos prevista una auditoría en la Fundación Favaloro para determinar si corresponde pagar”, informaba por entonces Tomás Bulat, jefe administrativo del PAMI, del sector pago a proveedores.
Para Google Arts & Culture, el bypass coronario inventado por René Favaloro es uno de los 400 inventos humanos que cambiaron el rumbo de la Humanidad»
“La ex interventora Cecilia Felgueras, le comunicó a Favaloro, en la última reunión que tuvo, que la única alternativa prevista para resolver la controversia es una conciliación obligatoria, que consiste en verificar caso por caso para ver en las historias clínicas si los servicios efectivamente se prestaron. La Fundación Favaloro, con la firma del apoderado Aranguren, se presentó el 19 de mayo a la conciliación obligatoria. La verificación contable se hizo el 18 de julio y el 21 de julio se instruyó internamente en el PAMI para que se hiciese la auditoría”, pormenorizaría Horacio Rodríguez Larreta, entonces interventor del organismo.
Entre dimes y diretes, en apariencia había comenzado la verificación de aquellas viejas facturas, cuando Favaloro se quitó la vida. “Hasta siempre”, era lo único que decía la nota que pegó en el espejo de su baño antes de astillarse con un arma de fuego el corazón.
En contraste con la versión de las autoridades de la época, su propia lectura de los hechos era diferente: “Estoy cansado de luchar y luchar, galopando contra el viento, como decía Don Ata”, se desahogó en las líneas de último minuto que le dejaría a su familia.
René Favaloro y el país
A pedido suyo, su cuerpo fue cremado “inmediatamente” en el cementerio privado Parque de la Gloria, en Berazategui, en una sala a la que solo pudieron ingresar 30 familiares y seres próximos destrozados. Oportunamente y también a pedido de Favaloro, sus cenizas fueron esparcidas sobre la tierra de Jacinto Arauz, el pueblo en donde había aprendido a ser un médico rural, lo que más le gustaba.
“Alguna vez, en un acto académico en USA, se me presentó como un hombre bueno que sigue siendo un médico rural. Perdónenme, pero creo que es cierto. Espero que me recuerden así”, se enorgullecía. Y le pidió a sus “queridos sobrinos, colaboradores y amigos”: “Recuerden que llegué a los 77 años. No aflojen, tienen la obligación de seguir luchando por lo menos hasta alcanzar la misma edad, que no es poco”.
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Una de las siete cartas estaba destinada al Presidente de la Nación, Fernando De la Rúa, a quien Favaloro tuteaba y llamaba Fernando, sin preámbulos. Lo más curioso es que esa carta tenía fecha del 27 o el 28 de julio, un día antes del que finalmente eligió para morir. La recibió Ricardo Ostuni, secretario privado de la Presidencia, quien comentó posteriormente que la misiva denotaba “desencanto, fatiga y cansancio”. El la había recibido en su despacho el viernes 28 de julio, pero se la entregó al presidente cuatro días más tarde, el lunes 31.
En ella, Favaloro le pedía a De la Rúa que intercediera “ante los peces gordos”, y mencionaba con nombre y apellido a “tres o cuatro poderosos empresarios”, según dijo en su momento Ostuni, pero sin revelar quiénes eran.
Favaloro también le pidió al entonces presidente que consiguiera US$ 6 millones, “el monto que necesitaba para solventar sus deudas más apremiantes”, pero en esa misiva personal no mencionaba directamente al PAMI como acreedor.
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El corazón de Favaloro: su fundación
A 25 años de su fallecimiento y a 102 de su nacimiento, todavía queda mucho su legado. La Fundación Favaloro sigue cumpliendo con el deseo de su alma mater: sanar y prolongar vidas. El Hospital Universitario Fundación Favaloro (1992) es un centro de investigación y educación de excelencia en medicina de Alta Complejidad. Desde entonces, realizó más de 27.000 cirugías cardíacas centrales (el 55% de ellas, Bypass coronarios puros).
La Universidad Favaloro (1998) sostiene tres unidades académicas: Facultad de Ciencias Médicas, Facultad de Ingeniería y Ciencias Exactas y Naturales, y Facultad de Ciencias Humanas y de la Conducta, con sus respectivas carreras de grado, posgrados y especializaciones, además de albergar otros dos organismos de prestigio internacional: el Instituto de Medicina Traslacional, Trasplante y Bioingeniería (IMETTYB) y el Instituto de Neurociencia Cognitiva y Traslacional (INCYT), a los que se sumó, el Instituto de Ciencias del Deporte.
Cuando fue el centenario de su nacimiento, el Teatro Colón fue el escenario de una gala muy especial destinada a lo que tanto desveló al médico rural durante sus últimos años de vida: recaudar los fondos necesarios para que las usinas del conocimiento y la práctica científica funcionen como dios manda. A tal fin, se realizó un evento cultural histórico, para contribuir con la construcción del nuevo centro ambulatorio de la Fundación Favaloro.
Mientras tanto, varios monumentos y edificios históricos de la Ciudad se iluminaban de rojo y azul para recordarlo: el Palacio Lezama, la Usina del Arte, la Torre de los Ingleses, la escultura Floralis Genérica, el Monumento Carta Magna y el Obelisco.
Su fama también llegó a las estrellas: un cuerpo celeste recibió su nombre, el asteroide «21508 Favaloro», rebautizado así por el astrónomo argentino Agustín Kowalski, uno de sus muchos admiradores. Para Google Arts & Culture, el bypass coronario inventado por René Favaloro es uno de los 400 inventos humanos que cambiaron el rumbo de la Humanidad.
Aprovechando las vacaciones de invierno, se podría llevar a los chicos a visitar el Museo del Club Gimnasia y Esgrima de La Plata, que exhibe una escultura del platense más famoso, en tamaño natural, realizada por el artista plástico Fernando Pugliese. Además hay otras en Belén de Escobar y Cleveland, EEUU.
A decir verdad, a pesar de su corazón roto, no le faltó reconocimiento en vida ni le faltará en la posteridad gracias a las escuelas, paseos, bosques, hospitales, bibliotecas, museos, y los numerosos centros de la investigación y el saber que se enorgullecen de portar su nombre, siempre en sus corazones.
Pocas familias en este bendito suelo carecen de al menos un motivo para agradecerle al Dr. René Favaloro por sus años de estudio y trabajo que han salvado la vida de algún ser querido. Fue un referente moral para nuestro país y sus famosas filípicas todavía sacudirían a más de uno. Cuánta falta nos hacen… pero como él mismo lo predijo, será un “hasta siempre”.